El Tribunal De CristoMuestra

Lo que hacemos durante nuestra vida importa

Como creyentes, aunque estamos exentos de la condenación de Dios, no estamos exentos de Su evaluación; por consiguiente, no todos los creyentes reciben la misma recompensa. Incluso entre los campeones olímpicos, algunos lo hacen mejor que otros y todos reciben recompensas conforme a sus logros. Del mismo modo, alguien como la Madre Teresa, que sacrificó su vida dando a los pobres, no recibirá la misma recompensa que alguien que pasó la mayor parte de su vida sentado en el sofá jugando a la Xbox.

La Biblia enseña que nuestra expectativa de este juicio futuro nos inspira a vivir para el Señor en el presente. Pablo llama a esta motivación “el temor del Señor” (2 Corintios 5:11). Los cristianos pueden ser salvos, pueden ser perdonados y estar de camino al cielo, y aun así vivir por cosas inútiles; ¡y muchos cristianos lo hacen! Y, aunque daremos cuentas un día, este juicio no lidiará con pecados individuales que Dios ya ha perdonado. ¡Esos pecados han desaparecido! No, daremos cuentas por la forma en que vivimos nuestra vida como hijos de Dios redimidos: por las cosas que hicimos con el tiempo, las oportunidades, los recursos, los dones y la gracia que Dios puso en nuestras manos.

En el tribunal de Cristo, algunos recibirán más recompensas que otros, y algunos incluso serán avergonzados, lo cual produce una distinción crucial: en cuanto a la salvación, no se trata de obras en ningún sentido; sin embargo, en lo tocante a recompensas eternas, todo tiene que ver con las obras. Por lo tanto, haríamos bien en cuidarnos de no enredarnos en los afanes de la vida: las actividades del día a día, los entretenimientos sin sentido, y distracciones inútiles que consumen los días, semanas, meses y años de nuestras vidas y que no tienen un valor eterno.