Hay esperanza, fe en tiempos de incertidumbreMuestra

La partida de un ser querido es dolorosa. Algunas de ellas podrían ser mucho más duras que otras cuando, por ejemplo, se trata de padres despidiendo hijos, o aquellas muertes súbitas inesperadas y traumáticas. ¿Qué podemos hacer frente a ello? El texto de hoy nos habla de esta situación. Pablo, el escritor de esta carta, menciona tres realidades que debemos tener en cuenta cuando un creyente parte a la presencia del Señor. Son realidades que pueden apaciguar la tristeza ante la pérdida de un ser querido. No van a calmar el dolor porque humanamente nada lo podría hacer, pero sí pueden apaciguar, atenuar y hacerlo menos doloroso.

El autor empieza diciendo que no quiere que se ignore lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que la tristeza sea diferente. No dice que la tristeza desaparecerá, pero sí que será distinta porque tenemos una esperanza segura. ¿Cuáles son estas realidades que se mencionan que pueden apaciguar el dolor?

La primera es que no debemos ignorar que Dios resucitará a los que han muerto en Él. Los muertos en Cristo resucitarán primero. Habla de las personas que han puesto su vida en la manos del Señor reconociendo su pecado, la necesidad de perdón y restauración. Estas personas resucitarán para vida eterna. Por eso, Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25-26).

Otra verdad que no debemos ignorar es que nos encontraremos con Él. Vamos a reunirnos con Él y con los que han muerto en Cristo. Lo vamos a ver y vamos a estar juntos. Y la tercera verdad es que ese encuentro con el Señor no será temporal, sino que será para siempre. Son tres verdades, tres certezas con las cuales nos debemos animar unos a otros.

Por eso, al despedir a un seguidor de Jesús, no es el último adiós; es un hasta pronto. Toda despedida es triste, pero gracias a Dios tenemos esperanza; y nuestra tristeza no debe ser igual al que no tiene a Jesús como Señor y Salvador. Que el tema de la muerte no nos perturbe, que por la gracia de Dios podamos verla de otra manera, porque verdaderamente ¡lo mejor está por venir!