Aprendiendo a ConfiarMuestra

APRENDIENDO A CONFIAR

Hay una alabanza que dice:

“Cristo en ti confío, yo confío, cuando nada sale bien, nunca me fallara.

Yo confío, Cristo en ti, mi historia en ti segura está, sé que tú escribes el final”

Tal vez disfrutemos cantar esta alabanza u otro himno similar en la iglesia. Eso nos da paz ante las tormentas que asechan nuestra vida. Cuando las circunstancias son tan sombrías que parece que la nube no se levantará durante meses, años o incluso décadas. En esos momentos de adoración sabemos que debemos confiar, pero ¿qué tan grande es mi confianza?

Mientras reflexionaba sobre esta pregunta, me di cuenta de que lo que tenía que hacer era confiar en las habilidades de Dios y no en las mías. Es tan fácil de decir, pero tan difícil saber cómo hacerlo. Después de pensarlo, me di cuenta lo que me estaba frenando.

Las dudas nublan nuestra mente. Confiar en Dios implica creer que Él se hará cargo de la situación. Creer en Él no deja lugar a la duda, porque cuando dudamos, no estamos confiando. Es muy fácil que la desconfianza inunde nuestra mente, pero cuando comienza a asomarse, instantáneamente podemos hacerla a un lado y reemplazarla con la verdad de la Palabra de Dios. Es importante no dejar que la duda persista. Eventualmente, esta práctica se convertirá en un hábito, permitiéndonos disipar las dudas de inmediato y crear una actitud de confianza.