El Dios que RestauraMuestra

Todas las cosas nuevas

Lectura: Apocalipsis 21—22

Devocional: Apocalipsis 22:13 NVI

"¡Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último!".

En el texto

Los últimos capítulos del libro de Apocalipsis revelan la gloria de la nueva Jerusalén, el lugar donde Dios habitará con Su pueblo cuando Cristo vuelva para gobernar en la tierra. Al reflexionar esta semana sobre Su regreso y las promesas que se cumplirán en Él, la ciudad santa redimida ocupa un lugar destacado. A lo largo de las Escrituras, Dios hizo continuamente promesas a Su pueblo de que algún día morarían con Él y verían restaurada la gloria de Jerusalén. Esta es la restauración.

El esplendor de esta ciudad no proviene de las calles y murallas de oro puro, de las piedras preciosas de sus cimientos o del tamaño de sus puertas. La gloria de la nueva Jerusalén viene del Cordero. No habrá templo en la nueva Jerusalén porque el Señor Dios y el Cordero morarán allí. No hay necesidad de luz porque la gloria del Cordero será su luz.

Esto es lo que tenemos que esperar; ¡esto es lo que anhelamos! Los anhelos que experimentamos en la vida y las pérdidas que enfrentamos nos recuerdan que este no es nuestro hogar. La temporada de Adviento es cuando nos tomamos el tiempo para reenfocar nuestros corazones. Aunque ahora nos enfrentemos a la pérdida, la muerte, la pena, la desesperación, la soledad, el dolor y la tristeza, recordamos lo que viene en el futuro: una vida en la nueva Jerusalén con nuestro Señor. Podemos aferrarnos a Su promesa de vida eterna con Él.

Jesús es el único en quien podemos confiar. Cuando la vida es dura, cuando la gente nos lastima, cuando las naciones se desmoronan, nuestra esperanza no flaquea porque está anclada en Él. Él es el Primero y el Último. Él es el Principio y el Fin. Él lo ve todo, lo conoce todo y es soberano sobre todo.

La vida en esta tierra siempre es dura. Pero lo especial de esta temporada es cómo nos recordamos unas a otras quién regresará pronto: Jesucristo. Al entrar en esta temporada de Adviento, recordemos la verdadera esperanza que tenemos. El mundo está quebrantado a causa del pecado, pero hay redención —redención completa y eterna— en nuestro Salvador Jesucristo.