El grito de Jesús

Los gritos captan la atención. Por ejemplo, cuando escuchas el grito que dice: “¡Goooool!”, sabes que es un grito de victoria.

En Juan 7, leemos sobre un grito que Jesús dio a la multitud durante el último día de un festival muy importante. Fue un grito con dos frases transformadoras, más que cualquier grito de gol. “¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber!... de su corazón, brotarán ríos de agua viva…”.

Hoy en día, tú y yo nos encontramos en medio de un mar de voces, ideas y fuentes de información que suelen parecer buenas y atractivas. Nos enfrentamos a la tentación de abrazar soluciones baratas, sin fundamento, para afrontar las dificultades diarias y llenar el vacío del corazón. Pero Jesús se pone de pie y grita: “¡Acuérdate de la fuente de poder a la que tienes acceso. Soy yo en ti, ¡la esperanza de gloria! ¡Es el mismo poder que me levantó de los muertos!” Eso, amigo, amiga, si lo abrazamos y lo ponemos en acción en nuestras vidas, será transformador. “De su corazón, brotarán ríos de agua viva…” Y no solo será transformador para tu vida, sino que ese poder fluirá a través de ti para llevar esperanza a los que te rodean.

¿Puedes darte cuenta del valor que llevas dentro? Si has recibido a Jesús en tu corazón, me gustaría recordarte a quién tienes de tu lado, y no solo eso, sino a quién mora dentro de ti. El poder del Espíritu Santo fluye en tu vida como manantial y va limpiando, sanando, perdonando, llenándote de paz, de amor, de esperanza, de alegría, de gozo, y de fortaleza en momentos difíciles. Te da una nueva identidad como hijo(a) de Dios y un nuevo propósito. Él te da las fuerzas para levantarte, sacudirte y empezar de nuevo.

Si no has recibido a Jesús y deseas que ese poder restaurador more en ti, me gustaría guiarte en una pequeña oración.

Señor, reconozco que soy pecador. Reconozco el sacrificio que hiciste por mí en la cruz. Te pido perdón por mis pecados. Entra a mi corazón, te recibo como mi único Salvador. Que Tu Espíritu Santo fluya en mí y me transforme. Amén.