Florecimiento: 21 días para que el Fruto del Espíritu florezca en tu vidaMuestra
Rendir tu «yo»
Por Chelsea Seaton
Después Jesús les dijo a todos: —Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da cada día y seguirme. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, la salvará (Lucas 9:23–24 NTV).
«Oh, maravilloso, finalmente llegamos al fruto del dominio propio» (Inserta ojos en blanco aquí). «Prepárense para que el pastor nos grite sobre cómo debemos dejar de hacer cosas malas y tener más control sobre nuestras tentaciones». Estoy segura de que eso es lo que estás pensando o te pone nervioso que yo haga. No te preocupes; de eso no se trata este devocional. Cuando me asignaron la tarea de escribir sobre el fruto del dominio propio, puse los ojos en blanco y pensé: tienen a la persona equivocada. Yo no soy quien necesita estar escribiendo sobre esto. Pensé en todos los pastores perfectos con los que sirvo que serían mucho más adecuados para darte una palabra de aliento que te inspiraría a ti (y a mí) a tener más dominio propio. Pero, por desgracia, dije que sí, y aquí estamos.
Mientras oraba y luchaba con Dios, Él me mostró algo que nunca había visto. Probablemente, como la mayoría de ustedes, vi este fruto como la capacidad de dejar de hacer cosas malas. Cuando me equivoco, mi primer pensamiento es: ¿Por qué no podría tener más dominio propio? Cuando conduzco agresivamente por la carretera a 20 millas por hora por encima del límite de velocidad, zigzagueando entre los autos que se interponen en mi camino, ¿por qué no puedo simplemente tener más dominio propio? (Esta es una situación hipotética, por supuesto. Yo nunca conduciría así, pero creo que otros lo hacen).
Pero, ¿y si tener dominio propio no se trata de reunir la fuerza de voluntad para evitar hacer cosas malas hasta que finalmente te rindas o te sientas realmente bien por poderlo evitarlo por ti mismo, lo que resulta en orgullo? ¿Qué pasa si tener dominio propio se trata de ceder el control de tu «yo» a otra persona? El pastor Robert a menudo pregunta: «¿Le has dado el control de tu vida a Jesús?». Renunciar al control no es algo que hacemos solo en el momento de la salvación. Es una práctica diaria de decirle a Jesús: «Mi vida no es mía. Te doy el control hoy».
A menudo vemos el dominio propio como la capacidad de evitar cosas malas y hacer cosas buenas. Evita las galletas en la sala de descanso y haz ejercicio. Evita los rodeos y di la verdad. ¡Evita conducir como un maníaco y cálmate! (Ese es para mí). Esas son cosas grandiosas, pero si estás tratando de hacerlas o no por tu propia fuerza de voluntad, eventualmente te cansarás y te frustrarás. ¿Por qué? Porque no hay vida en la modificación del comportamiento. La modificación del comportamiento siempre conduce a la condena cuando fallamos y al orgullo cuando tenemos éxito. La vida verdadera y auténtica se encuentra en la relación con Jesús.
Como cualquier relación, cuanto más cerca te relacionas, más comienzas a actuar como la otra persona. Empiezas a decir cosas al mismo tiempo, o sales de casa con ropa parecida sin planearlo. Es lo mismo con Jesús: cuanto más entramos en una relación al pasar tiempo con Él, más comenzamos a desear lo que Él desea, a amar lo que Él ama y a seguir Su forma de vivir.
Ahora bien, como cualquier relación, no siempre es fácil. Hay días que cuesta mucho rendirnos y someternos a otro. Es lo mismo con Jesús. Podemos estar bajo ataque o simplemente tener uno de esos días, y necesitamos volver a ponernos a los pies de Jesús. Necesitamos tomar Su cruz y seguirlo. Cuando nos entregamos al control de Jesús, el resultado es siempre la vida.
Estoy convencida de que la forma de producir más frutos de dominio propio en nuestras vidas no es reunir nuestra fuerza de voluntad sino simplemente mantenernos conectados en una relación. Cuando nos enfocamos en nuestra relación dadora de vida con Jesús por encima de la fuerza de voluntad, experimentaremos Su alegría y libertad. A veces la relación dirá: «Cómete la galleta», y eso no está mal: a Jesús le encantan las celebraciones. Tal vez la relación diga: «Di la verdad» porque la historia es graciosa y a Jesús le encanta reír. La relación podría incluso decir: «Sáltate el entrenamiento porque creé tu cuerpo y necesita descansar hoy». La relación que da vida dirá: «Mi camino es la paz, y quiero que tengas paz y crees paz en la carretera». Es por el poder del Espíritu Santo y al entregar el control de nuestro «yo» a Jesús que encontramos el verdadero dominio propio.
Hoy, no nos enfoquemos en tener más dominio propio para comportarnos de la manera correcta. Digámosle a Jesús: «Hoy te doy el control de mí mismo. A través de nuestra relación, que Tu vida esté en mí y que pueda seguir Tus caminos».
Oración
Jesús, hoy abandono mis caminos egoístas para seguirte. Por favor, perdóname por las veces que mi vida no ha reflejado mi relación contigo. Gracias porque de acuerdo a Tu Palabra, cuando entregamos nuestras vidas, encontramos nueva vida en Ti. Por favor, llénanos de frescura hoy con Tu vida y poder. En el nombre de Jesús, amén.
Para mayor reflexión
- Reflexiona sobre cómo ves el dominio propio. ¿Es dador de vida o no? Si te trae sentimientos o pensamientos de vergüenza, pídele a Jesús que te muestre cómo Él te ve.
- ¿Hay áreas en las que tu vida no refleja que le has dado el control a Jesús? ¿Cómo sería que Él te guiara a una nueva vida?
Acerca de este Plan
Este devocional de 21 días está lleno de verdades bíblicas y estimulantes historias sobre cómo el Espíritu Santo produce amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio en tu vida. Diariamente, mientras reflexionas acerca de lo que significa permanecer en Cristo como la Vid, ¡empezarás a ver florecer el Fruto del Espíritu en tu vida!
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Nos gustaría agradecer a Gateway Church por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://gatewaydevotions.com/