Ora, Confía Y Espera Muestra
Espera
Nosotros hemos sido enseñados desde la niñez que no todo lo que deseamos y queremos llegarían de manera rápida y súper oportuna. Desde siempre nuestros padres nos enseñan que debemos luchar por las cosas que queremos alcanzar, y sobre todo que no será fácil obtenerlo. De esa misma manera Dios nos muestra que en Él todo es posible. Pero ese dato de nacimiento le faltaba un gran detalle y es esperar en el tiempo de Dios. Es dónde nos debemos preguntar si lo que queremos alcanzar o ya hemos tomado lo que Dios quiere para mi vida.
Hay esperas que desesperan y hay momento que nos influyen en tomar desiciones desacertadas. Hay escenarios que nos llevan al pensamiento prematuro de alguna posibilidad siendo la más alejada de lo que Dios quiere, pero no lo vemos. Hay momentos de crisis que solo piden de nosotros acercarnos más a Dios para poder escuchar el susurro de Su Voz ante la oración que creemos que no es contestada. Dios quiere dejarte saber a través de este tercer día de este devocional que la oración y la confianza son herramientas muy fuertes y primordiales cuando estamos en la etapa forzosa de la espera.
Cuando Jesús le oscurece la vista a Pablo, que en aquel entonces es Saulo el perseguidor de los que hablaban de un Cristo muerto y resucitado, él tuvo un encuentro en medio del desierto con el Hijo del hombre. Para su sorpresa es confrontado y se le pone en cierta disciplina, si pudiéramos llamarlo así, para que analizara ante quién se estaba enfrentando y las consecuencias. Entonces Saulo se levantó del suelo y, abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, le trajeron a Damasco, dónde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió (Hechos 9:8). Podemos ver cómo Saulo en tiempo récord tuvo que salir de ser perseguidor a ser perseguido, pero esta vez por un Jesús que quería enseñarle sobre la misericordia y el amor. Y no fue una salida fácil sino que tuvo que esperar tres días para que su vista regresara y si profundizaramos más vemos como estuvo tres días de ayuno. No comió, ni bebió. ¿Tú puedes ver qué pasó con él en esos tres días? Dios lo separa, no le permite que tenga vista, pues al no ver permanece en silencio. No pongo en duda que el desespero y la frustración le arropó, pero fue una etapa dónde tuvo que escuchar la voz de Dios y de esperar por una sanidad absoluta en su vista. Es dónde pudo esperar por ese susurro a su alma y espíritu para volver a comenzar. Dónde su mente fue renovada y aunque quizás esos tres días fueron eternos para él, vemos cómo valió la pena de cada una de sus añoranzas, quizás gritos de dolor y hasta lágrimas de depresión ante tal eventualidad en su vida.
Quizás ahora mismo te sientas desfallecer, con ganas de no seguir, sientas que lo que haces es en vano, que te debes quitar de lo que puedas estar haciendo para Dios mismo o que es una pérdida de tiempo. Algo puedo asegurarte, en la espera se llora, se sufre y se tiene el deseo de no seguir más, es dónde quieres encerrarte en un cuarto y no salir más. Bien similar a cómo estaba Saulo encerrado esos tres días, pero vino Cristo el Dador de la vida y dice hasta aquí. Tu espera es recompensada. Tu quietud rindió frutos y aunque no lo merezcas porque no somos perfectos y en nuestra humanidad queremos ayudar a Dios como si la necesitara. Él nos mostrará que la espera en Él siempre será la más completa y la más segura. Vemos como Saulo sale con vestiduras nuevas y cambia a ser Pablo y como Dios lo usó poderosamente entre las naciones, las iglesias y todo un pueblo que él pudo encaminar a lo correcto y hacia lo que Dios nos llama: prepararnos para llegar ante Su Reino, a la Vida Eterna.
Esperar no nos gusta y es algo que quisiéramos poder evitar e ir directamente a lo que estamos por querer completar. Hay tantas peticiones que ponemos delante de Dios deseando y esperando sean escuchadas por Él. Y vemos como pueden pasar años, semanas y horas y no hay respuesta a nada. Hasta podríamos decir que le mencionamos como hemos sido en nuestro caminar como cristianos dando la justificación perfecta del porqué nos debería contestar de inmediato. La espera nos quiere sumergir en cómo debemos creer en lo que ya Dios nos habló y en cómo nosotros buscamos a un Dios que queremos en nuestra vida de manera incondicional y no por los panes y los peces. A través, de ese recorrido (que en muchas ocasiones puede ser una agonía), cuando somos seres espirituales en el mismo Espíritu Santo de Dios, vemos que aprendemos a tener control de nuestras emociones, nuestros pensamientos. Y, que cada palabra que sale de mi boca declara y provoca fortaleza para mí y comienza a fluir un dominio propio del cual desconocía. Pero que en medio de la espera, el silencio y la confianza entrelazada con la oración destapa y pone a la luz mucho más de lo que puedo imaginar. Nuestros pensamientos jamás serán como los de nuestro Padre. Pero, sí puedo garantizar que si somos uno en Él, la espera de Su Venida y de Cumplimiento sobre nuestras vidas será sobrenaturalmente inquebrantable y palpable para todo aquel que claudicaba ante una verdad.
Acerca de este Plan
En este plan conocerás la importancia de orar. Y no una simple oración, sino una llena de confianza y sobre todo de espera. Verás cómo orar, confiar y esperar en Dios valdrá la pena. Tus ojos se abrirán al ver cómo Dios contesta esas oraciones que tenemos en espera de ver el cumplimiento. Que no importa los días, semanas y años, esa oración, esa confianza y esa espera son solo un tiempo de capacitación.
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Nos gustaría agradecer a Elaine Bello por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.facebook.com/ElaineBelloo?mibextid=LQQJ4d