BENDECIDOSEjemplo

¡Bendecidos por Dios!

Hablar de finanzas y de Dios no es una tarea sencilla para nadie. La mayoría de personas creen que ambos aspectos están totalmente desvinculados. Queremos ser prósperos sin pensar en Dios, o llegamos a creer que seguir a Dios implica vivir forzadamente llenos de carencias.

El problema es que muchos desconocemos cómo administrar sabia y correctamente todos los bienes, recursos y capacidades que Dios nos ha dado, es decir, muchos no saben cómo ser buenos mayordomos de Dios.

Porque la mayordomía nos enseña precisamente eso, a reflejar nuestra espiritualidad y relación con Dios en la manera en la que usamos el dinero y nuestras posesiones. Para lograr esto, hay un primer paso que no podemos pasar por alto: Debemos reconocer, antes de cualquier otra cosa, que todo lo que poseemos y somos se origina y proviene exclusivamente del Padre, y no de parte nuestra.

¿Por qué es tan importante este reconocimiento? Porque, tal como las Escrituras nos enseñan en 1 Timoteo 6:10, la: “…raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron... y fueron traspasados de muchos dolores”.

Este primer paso nos pone cara a cara con el dinero. Nos enfrenta a uno de nuestros mayores dominios en este mundo y nos da la potestad de ponerle un alto, para decirle sin tapujos: “Tú no mandas sobre mi vida, no tienes poder alguno sobre mí. En ti no está mi contentamiento”. Difícil, ¿no?

Todos en esta vida deseamos ser bendecidos por Dios, pero al mismo tiempo sé que no todos saben y mucho menos estamos en la disposición de querer usar sabia, cristiana y éticamente las bendiciones que recibimos.

Hay innumerables historias de hombres y mujeres que por tener una ambición desmedida al dinero, a base de engaños, amasaron enormes fortunas que terminaron destruyendo no solo sus vidas, sino también la vida de personas inocentes.

Si hay algo seguro es que Dios desea bendecirte y prosperarte. Él lo hará a Su debido tiempo y de la manera correcta, sin que haya necesidad de tramafaces, mentiras o engaños. Pero tú, ¿estás dispuesto a reconocer Su soberanía sobre tu vida, y especialmente, sobre tus finanzas? Hoy es un buen momento para empezar a reconocer que eres bendecido únicamente por la misericordia del Señor.