El temor de la incertidumbre

El proceso para llegar a ese diagnóstico fue muy difícil, fueron cinco meses de análisis médicos y estudios cada semana o cada quince días, y los resultados eran cada vez más desalentadores. Cada especialista de la salud que me trató, no pudo disimular su sorpresa ante ese hallazgo fortuito y extraño.

Tuve episodios de ansiedad, cada vez que tenía cita para algún estudio, amanecía sin dormir, tuve bruxismo (es un trastorno en el que rechinas, crujes o aprietas los dientes.), esto debido a que no sabía que noticias recibiría a raíz de ese proceso.

Me enteré de manera abrupta de lo complejo del posible proceso quirúrgico que me esperaba debido a la ubicación del tumor. Para hacer la biopsia hubo que atravesar mi pulmón, ya que no había otra vía de acceso, fue un proceso algo doloroso y existía la posibilidad casi inevitable de que me extirparan parte del pulmón y el pericardio (capa exterior de tejido conjuntivo que mantiene el corazón en su lugar dentro del tórax, lo protege de inflamación y actúa de barrera contra las infecciones).

Pero aún en medio de toda la incertidumbre, las noticias contrarias a lo que deseaba en mi vida y el temor, Dios me dio paz; hubo momentos muy duros, un sinfín de pensamientos de muerte y de pensar que era el fin de mis sueños, pero jamás Dios permitió que me doblegara ante ellos, decidí que no moriría hasta morir.