El Amor Del MundoMuestra

"¡No es mi culpa!". "¡Él me obligó a hacerlo!". "¡No pude evitarlo!". ¿Alguna de esas declaraciones te suena familiar?

Cuando nos sorprenden haciendo algo mal, a menudo tratamos de buscar a alguien o algo más a quien culpar.

Pero la Biblia enseña que todo pecado tiene una fuente: el corazón humano. Si bien nuestro entorno, las circunstancias y nuestros amigos definitivamente pueden influir en nosotros y preparar el escenario para el pecado, lo que nos rodea no tiene la culpa; es lo que hay dentro de nosotros.

Preguntas de reflexión:

1. ¿A qué circunstancias o personas has tratado de culpar por tu propio pecado? ¿Cómo han cambiado estos pasajes tu forma de pensar? Tómate un tiempo para confesar tu pecado a Dios y agradecerle por Su perdón.

2. Nuestra cultura dice cosas como: "Sigue tu corazón". ¿Cómo describen estas Escrituras el corazón? ¿Son nuestros sentimientos una fuente confiable?

3. Debido a que el pecado ha torcido nuestros deseos, ya no podemos confiar en ellos. ¿En quién o en qué puedes confiar? Pídele a Dios que te dé nuevos deseos que se alineen con Su voluntad para tu vida. Agradece a Dios por darte un corazón nuevo y pídele que te ayude a amar a los demás como Él lo hace.