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FIJAR NUESTRA MIRADA EN JESÚS

“Y Él le dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús” (Mateo 14:29).

¿Qué piensas cuando te mencionan las palabras mirar fijamente? Cuando nos gusta algo o alguien, nuestros ojos se fijan directamente en ello. Mirar fijamente puede significar concentrarnos en nuestro objetivo para “alcanzar el éxito", no distraernos con los malos hábitos, prestar atención en la clase, prestarle atención a un ser querido, etc. Pero ¿Qué hay de fijar nuestra mirada en Jesús?

Quizás el texto te parezca muy lejano al tema de hoy, pero créeme, sí tiene mucha relación. El capítulo 14 de Mateo contiene uno de los sucesos más impresionantes (visto por los discípulos) en el ministerio de Jesús: caminar sobre las aguas. Dicha historia, especifica el nombre de un discípulo que también lo hizo, Pedro.

Para entender esto, es propicio leer el versículo siguiente a Mateo 14:29:“Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó: «¡Señor, sálvame!»” (v. 30). Pedro no creía lo que estaba pasando, y de repente se asustó por el viento. Está claro que para fijarnos en algo específico, tenemos que quitar de nuestra vista otras cosas. Literalmente, aquel discípulo dudó por la tormenta, en lugar de fijarse en aquel que lo mantenía sobre las aguas. Por eso Jesús le preguntó: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" (v. 31).

Lo interesante de todo esto, es que, las palabras que están en negrita y cursiva, conforman la relación que tiene el texto del día de hoy. Pedro, para andar sobre las aguas, debía mirar fijamente a Jesús.

La Palabra de Dios una vez nos sorprende con un texto encontrado en Colosenses 3:2:“Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.

Las metas personales que hacemos son importantes, pero se convierten en un desperdicio cuando toman el lugar que le pertenece a Jesús. Hoy te invito a publicar en tus redes: “Decido fijar mi mirada en Jesús sobre cualquier cosa”.