Siete Días De EsperanzaMuestra

¿Podemos encontrar algo bueno en nuestros sufrimientos? Es difícil responder a esta pregunta sin llegar a sentirnos un poco incómodos. Pero lejos de nuestros sentimientos, hay una verdad que surge en las Escrituras: Las aflicciones nos ayudan para bien.

La aflicción nos lleva a los pies de Jesús, nos da una visión sobria de todas las cosas terrenales, y eso nos anima a fijar nuestra mirada en las cosas eternas. El dolor nos recuerda que este mundo es pasajero, pero que lo que nosotros esperamos en Cristo es eterno.

¡Hermosa dosis de sobriedad y paz nos brinda el Señor por las pruebas!

Pronto estaremos con Cristo, y Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor. Todo lo que hoy sufres habrá pasado, todo será hecho nuevo.

¡Qué cada aflicción nos guie a Cristo y a exaltar su nombre!

"Puede ser el propósito divino que nosotros mismos seamos beneficiados por nuestro problema" (J.R. Miller).