El SilencioEjemplo

¿Hasta Cuándo?

Elías había desafiado a un rey y pueblo lejos de Dios. Finalmente, llegó el momento de enfrentar al pueblo, a su rey descarriado, a la malvada Jezabel y a sus profetas que adoraban al dios Baal, uno de los más prominentes dioses cananeos (Baal era el dios que supuestamente les proporcionaba la lluvia, la cosecha y la fertilidad de los campos a los cananeos). Es por esto que, en el Monte Carmelo, Dios nuevamente intenta restaurar a Su pueblo y, por voz de Su profeta, les reclama: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, ¡síganlo!; pero si Baal es el verdadero Dios, ¡entonces síganlo a él. Sin embargo, la gente se mantenía en absoluto silencio».

La respuesta del pueblo fue EL SILENCIO; ellos simplemente se quedaron mirándolo, como si fueran ajenos a la crisis que los rodeaba.

Esta es la realidad de muchas personas que permanecen en el silencio ante el llamado de Dios. En tiempos en que las decisiones deben ser claras, simplemente guardan silencio, embriagados por la conformidad.

Lo mismo sucedió cuando el Señor Jesucristo habló al joven rico quien también permaneció en silencio. Esto es precisamente lo que hacen las personas cuando sus argumentos son débiles. Es lo que hacemos cuando alguien desafía nuestras creencias: guardamos silencio.

Ante dicho silencio, la pregunta es la misma: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, ¡síganlo!».

Que tu respuesta no sea el silencio sino que sea firme y determinada a seguir y creer en Dios.