Justicia y gracia

En este cuarto día vamos a hablar sobre la parábola de los trabajadores en la viña. Esta parábola se encuentra en Mateo 20:1-16, que leeremos más adelante.

A través de esta parábola, se nos enseña sobre la justicia y la gracia de Dios en relación con su reino. La parábola nos cuenta la historia de un propietario que contrató trabajadores para su viñedo a diferentes horas del día. Al final del día, todos los trabajadores recibieron el mismo salario, sin importar el tiempo que habían trabajado.

Esto causó controversia entre aquellos que habían trabajado desde temprano, ya que consideraban injusto que aquellos que solo habían trabajado unas horas recibieran el mismo pago. Pero la enseñanza es más grande. Esta parábola nos recuerda que la salvación y la entrada al reino de Dios no se basan en nuestros méritos, esfuerzos o en quién llegó primero.

Por la gracia de Dios, somos salvados y recibimos vida eterna en Cristo Jesús. No importa si hemos estado siguiendo a Dios desde hace mucho tiempo o si acabamos de comenzar nuestro viaje con Él, todos recibimos el mismo regalo de salvación. Y esto es hermoso.

La justicia de Dios se refleja en que todos recibimos lo que Él ha prometido: vida eterna y perdón de nuestros pecados. Sin embargo, también podemos ver su gracia en el hecho de que esta salvación es un regalo que no merecemos. Es un recordatorio de que no se trata de lo que hemos hecho o de quiénes somos, sino de lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Jesús.

Preguntas de discusión:

¿Cómo nos desafía esta parábola a examinar nuestras actitudes hacia los demás y nuestra relación con Dios?

¿Cómo podemos vivir en gratitud por la gracia de Dios y compartir esa gracia con los demás?

Oración:

Padre Celestial, te agradecemos por tu justicia y gracia reveladas en la parábola de los trabajadores en la viña. Ayúdanos a comprender la profundidad de tu amor y misericordia en nuestra propia vida. Ayúdanos a vivir en gratitud por tu gracia y a reflejarla en nuestras interacciones con los demás. Danos un corazón dispuesto para compartir tu amor y tu gracia con aquellos que nos rodean. En el nombre de Jesús, amén.