Y Ustedes, ¿Quién Dicen Que Soy?Ejemplo

¿Quién es Jesús para mí? Es una pregunta que, ojalá, me hiciera todos los días, porque estaría obligado a meditar diariamente sobre quién soy yo, quién es Dios, y como está mi relación con Él.

Si realmente considero a Jesús como mi Salvador, no hay mayor evidencia que mostrar ese amor y esa misericordia que ya recibí de Su parte, transmitiéndola a todas las personas que me rodean; familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. Anunciándoles las Buenas Nuevas de esperanza, diciéndoles que en Jesús hay salvación, pero no solamente con mis palabras, sino con mi forma de ser y actuar.

Si lo considero mi Dios, entonces, de una manera práctica, tengo que evidenciarlo con mi vida. ¿Y cómo? Poniéndolo a Él siempre en primer lugar; que no haya nada más importante para mí que mantener mi relación con Él siempre fresca; que diariamente tenga comunión con Él por medio de kas Escrituras y la oración, y no permitir que otras cosas me seduzcan a inclinarme ante ellas.

Si yo lo considero mi Dios, entonces debo hacer Su voluntad. Muy bien, pero, ¿cómo saber cuál es Su voluntad? La Biblia nos dice en Romanos 12:2: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”.

Creo firmemente que este versículo encierra la fórmula para conocer la voluntad del Señor, “No imitar las conductas ni las costumbres de este mundo”. Eso aunado a no convertir nuestra relación con Él en un ritual, sino mantener nuestro primer amor, manifestando día a día que Jesús es verdaderamente nuestro Salvador, nuestro Dios, y nuestro Señor. De tal manera que, si un día nos llegase a preguntar directamente Jesús quién es Él para mí, yo pueda contestarle: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.