Gracia y más GraciaEjemplo

Aun al mismo Dios, no podemos darle gracia, si no tomamos de Él. Y Dios, ¿necesita de nuestra gracia? Noooo, pero yo sí debo disfrutar una relación de gracia con Él. No solo tomar para sentirme perdonado, si no para encontrar misericordia y oportuno socorro.

Si vamos a la iglesia por temor a perdernos, o a buscar una bendición más de Dios, no sirve que hayamos ido. No debemos congregarnos para cubrir una cuota.

Pero si vamos al lugar donde todos los que aman a Dios se congregan semanalmente y vamos porque queremos expresarle amor, y adorarle, y escuchar Su voz, Su consejo, disfrutar de la familia de la fe, estaremos viviendo en la gracia.

No voy para que me vean los pastores, voy a dar de gracia lo que de gracia he recibido, expresándole mi amor, mi agradecimiento, mi tiempo.

El término bíblico de la palabra «gracia», expresa la idea de «doblarse, descender» por gracia.

Lo que el Señor Jesús hizo fue doblarse hacia nosotros al tomar nuestra forma humana para ser parte de nosotros, para sufrir y padecer por nosotros, para que fuera por absoluta gracia.

Desde el principio Dios se dobló para crearnos, toda la creación fue hecha con Su Palabra. Y Dios dijo y Dios dijo y Dios dijo, pero cuando creó al hombre no “dijo”, Él “hizo”.

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Génesis 1:26).

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" ‭‭(Génesis 2:7).

Se levantó de Su trono, se inclinó para tomar polvo de la tierra y con Su poderosa mano nos dio forma.

Esto es gracia, no fuimos hechos como el resto de la creación con Su palabra, si no manufacturados con amor a Su imagen.

La gracia no se habla, se pone por obra. Jesús nunca habló de la gracia, Él es la gracia, y obra en nosotros cada día.

La gracia se hizo carne, y el quiere como palabra hacerse carne en nosotros, encarnarse en nuestro corazón para poder obrar gracia a través de nosotros.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).