De amargo a dulce

De joven, al escuchar las analogías bíblicas sobre el desierto como una temporada de vida, me hacía pensar que estar en él, era un sinónimo de gran calamidad y dolor. Posiblemente, este pensamiento era producto de escuchar historias cargadas de continuo padecimiento y calamidad. Mi perspectiva al respecto cambió al leer con detenimiento Números 33 donde describe los viajes de Israel en el desierto.

Caminar hacia el cumplimiento de las promesas de Dios es una ruta corta que a veces debe alargarse porque necesitamos ser formados y equipados para accionar correctamente en lo que Dios tiene y quiere para nosotros. Tres días después de cruzar el Mar Rojo el pueblo de Israel estuvo en el desierto sin conseguir agua hasta que llegaron a Mara, su primera estación, pues allí acamparon (Núm. 33:18).

Cuando estamos camino a nuestra promesa queremos que todo salga bien, que si tenemos una necesidad extrema sea resuelta como esperamos. Sin embargo, la perspectiva de Dios es mucho más amplia y lo que para nosotros representa un obstáculo o contrariedad para Él no lo es en lo absoluto.

Al llegar a Mara había agua, eso fue genial, me imagino al pueblo celebrando a lo lejos, saltando, alabando al Señor. Pero el gozo se fue al llegar a beber, las aguas estaban amargas. Ahora de la celebración pasaron a la murmuración. Sin embargo, Moisés no se unió al lamento y la queja, hizo lo que hace que las estaciones del desierto nos permitan continuar; ¡clamo al Señor! Y, el Señor le dio la salida y las aguas se tornaron dulces, aptas para beber. El desierto no cambió, las circunstancias sí; y la estación pasó de ser amarga a dulce.

El Señor es fuente de agua viva, el mundo ofrece soluciones aparentemente eficaces. Sin embargo, al final resultan en soluciones amargas que nos alejan de poner nuestra vista en las cosas de arriba.

Esta estación donde estás no tiene por qué permanecer invivible para ti. Dios está con su oído atento a tu clamor, para librarte de todas tus angustias. Solo debes tomar la actitud correcta, no la de queja o murmuración, sino la de la oración, la búsqueda de ayuda del que puede hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.

Para meditar:

¿Cómo estás reaccionando frente a la adversidad de esta temporada en tu vida?

¿Qué área de tu vida necesitas entregarle al Señor para que la trabaje?