Derribando Las Fortalezas De Maldad.Muestra

Escudo de la fe.

En medio de una batalla espiritual, es importante tener algo que nos resguarde; los escudos permiten protegernos frente a los embates del enemigo. Es por eso que la Palabra nos dice en Efesios 6:16: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con el que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.

Sabemos que el enemigo tiene poder; esto no es algo que debamos dudar, pero tampoco es motivo para atemorizarnos, ya que nuestro Dios nos ha hecho más que vencedores mediante Cristo Jesús. El Espíritu Santo mora en nosotros, y ahora somos libres del pecado y de la muerte. No debemos temer, porque el miedo nos lleva a tomar decisiones erróneas y a llevar una vida que no complace a Dios. Siempre recordemos lo que se nos dice en Hebreos 10:39: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.

Siempre debemos levantar el escudo bien alto y proteger todo nuestro ser, ya que con una parte que descuidemos, podemos ser heridos. Solo a través de la Palabra completa en nuestra vida somos resguardados. No debemos creer una parte y desestimar otra. Siempre recordemos que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Nuestra fe se fortalece cada vez más cuando escudriñamos, creemos y nos aferramos a la Palabra. Ese escudo es imprescindible hoy en día, ya que el enemigo utiliza muchos dardos para destruir a los hijos de Dios. Siempre tengamos presente que nuestra fe se pone a prueba cada día y no debemos desmayar ni retroceder.

Oremos:

Padre Bueno, te damos gracias porque nos guardas bajo tus alas y nos libras del maligno. Gracias por proporcionarnos el escudo de la fe, con el cual podemos apagar los dardos de mentira y engaño que Satanás usa para tratar de destruir nuestra vida. En el nombre de Jesús, te pedimos que nos ayudes a mantenernos firmes sin fluctuar en nuestra fe, y que siempre recordemos lo que está escrito en tu Palabra para ser fortalecidos y estar listos para la batalla. Úsanos como instrumentos de bendición para otros, para que también puedan ser liberados de las mentiras del enemigo. Amén.