UNIDOS AL CUERPO

No somos cuerpo por nosotros mismos, somos simplemente miembros. Como miembros tenemos integración, y somos completos cuando estamos asociados, conectados... En fin, cuando tenemos comunión “unos con otros”.

Las puertas del infierno no prevalecen contra la Iglesia cuando estamos juntos y en armonía, allí “el Señor concede bendición y vida eterna”, pues la Palabra nos habla del poder que Dios manifiesta cuando estamos establecidos como cuerpo, iglesia y familia de Dios.

La comunión es nuestra responsabilidad y debemos tener la actitud correcta para cultivarla.

Debemos estar “solícitos en guardar la unidad del Espíritu”. Esto es: esforzase por preservarla, procurar mantenerla, hacer todo lo posible y no ahorrar esfuerzos para consolidarla. En fin, es predisponerse a estar conectados en cuanta ocasión sea posible.

Sin comunión somos miembros mutilados y sin la vida del cuerpo, que lentamente iremos muriendo espiritualmente. Dios no bendice el aislamiento pero sí la comunión, porque cuando hay comunión, hay manifestación.

La iglesia comenzó así: “Estaban juntos y unánimes y todos fueron llenos del poder de Dios”; y esto llevó tiempo y perseverancia en la comunión.

Que hoy puedas evaluar tu relación con la unidad en el Cuerpo de Cristo. ¿Eres parte, o estás aparte de él? ¿Estás recibiendo y bendiciendo a los demás miembros, a tus hermanos? ¿Estás recibiendo las promesas de la comunión? Seamos hoy una iglesia poderosa en las manos de Dios. Esto es “bueno y agradable” para Él.

Para la reflexión

¿Estoy conectado al cuerpo como miembro, a la familia como hermano, al pueblo como conciudadano; siendo parte de la Iglesia en mis actitudes?

¿Entiendo el valor de la autoridad que tenemos cuando funcionamos como Iglesia en el mundo espiritual?

Aplicación: “Haré todo lo posible para cuidar mi comunión con la Iglesia del Señor, sabiendo que en ella, Dios manifiesta lo mejor de su poder y autoridad”.

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