El Tiempo: Un Don de DiosMuestra

NECESITAMOS LA SABIDURIA DE DIOS PARA DISCERNIR LOS TIEMPOS

Salomón, con la sabiduría que el Padre le brindó, nos revela que en el transcurso de nuestra vida enfrentaremos situaciones de todo tipo, y que ello, es parte del plan de Dios (Eclesiastés 3:1-9).

En nuestra vida habrá tiempo para nacer y morir, plantar y cosechar, destruir y edificar, llorar y reír, para bailar, buscar, guardar, callar, hablar y amar.

Parte de nuestra responsabilidad como hijos de Dios es entender qué momento enfrentamos en nuestra vida, debiendo pedirle al Padre que nos de la sabiduría para enfrentar cada momento.

Max Lucado hace una hermosa comparación de las estaciones del mundo con las de nuestra vida: “Dios dispensa la vida de la forma en que administra su cosmos: a través de las estaciones. “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1 NVI). Cuando se trata de la tierra, entendemos la estrategia de gestión de Dios. La naturaleza necesita el invierno para descansar y la primavera para despertar. Las estaciones terrenales no nos molestan, pero las personales inesperadas sí lo hacen. … El cambio no es solo una parte de la vida; el cambio es una parte necesaria de la estrategia de Dios. Para usarnos para cambiar el mundo, a veces redirige nuestras tareas. María, de campesina a madre de Cristo. Pablo, de rabino local a evangelista mundial. Dios puede llamarte a una nueva temporada, pero quiere que sepas: nunca enfrentarás el futuro sin su ayuda”.

Dios como parte de su plan para nosotros hará que vivamos en diferentes temporadas o estaciones con el fin de producir en nosotros la madurez necesaria para ejecutar las obras que preparó de antemano.

Jesús también nos exhortó a que entendiéramos las señales de los tiempos (Mateo 16:3). Él nos profetizó sobre las señales que se presentarían en los últimos tiempos, exhortándonos a estar preparados para su venida. Timoteo nos habla de tiempos peligrosos (2 Timoteo 3:1-6) en los cuales hombres tratarán engañar al pueblo de Dios para desviarlos del camino angosto.

Pero el tiempo más precioso que debemos esperar es el que corresponde a la venida del Señor (2 Pedro 3:9). Como nos dice el hermano Lorenzo: “Él vendrá a su tiempo, cuando menos lo esperas. Espera en Él más que nunca”.

Oración: Padre Celestial, gracias por brindarnos el don de la vida y junto con él el del tiempo. Danos la sabiduría necesaria para administrarlo. Que lo invirtamos en todo aquello que nos edifique y que sea de bendición para las personas que has puesto a nuestro alrededor. Ayúdanos a discernir los tiempos, personales y mundiales, en los que vivimos. Que el Espíritu Santo nos abra el entendimiento para ver las señales de tu venida y estar preparados esperándote. En el nombre de tu hijo Jesucristo te lo pedimos. Amén.