Cómo ser padres cristianosMuestra

La formación diligente

Ser padres es una tarea sagrada y exigente que requiere una formación diligente y un esfuerzo intencional. Padres, presten atención al llamado de educar a sus hijos en la disciplina y la instrucción del Señor. Madres, aun en medio de las muchas responsabilidades que tienen en casa, den prioridad a su marido y a sus hijos por encima de todo lo demás. Dedíquenles el tiempo y la atención que se merecen.

En una cultura muy influida por los medios de comunicación y la presión de los pares, los padres deben asumir la responsabilidad de moldear los valores y comportamientos de sus hijos. Discipula a tus hijos y toma la iniciativa de enseñarles la Palabra de Dios a través de las conversaciones cotidianas. Participa activamente en su crecimiento espiritual, instruyéndolos en las verdades del Evangelio, advirtiéndoles contra las trampas de la insensatez y siendo ejemplo de humildad y rectitud. No delegues este deber en otros ni confíes únicamente en influencias externas. El tiempo que pases con tus hijos es una inversión eterna que los sobrevivirá a ellos y a sus hijos.

La crianza no se limita a momentos o actividades concretos; abarca todos los aspectos de la vida. Es un proceso continuo de nutrir y guiar a los hijos hacia la madurez mediante el cuidado amoroso y el alimento espiritual. El término «disciplina» en Efesios 6:4 implica el adiestramiento de los hijos en la piedad, que va más allá del mero castigo. Del mismo modo, el término «instrucción» subraya la necesidad de advertencias cariñosas que orienten a los niños hacia un temor reverencial del Señor. Como seres humanos con una naturaleza pecaminosa, debemos remitirnos constantemente a Cristo y a Su gracia. Es crucial no pasar por alto la realidad de la depravación humana. Los niños se inclinan naturalmente hacia la insensatez; sin una crianza vigilante, pueden desviarse fácilmente del camino de la rectitud. Si retienes la corrección y la disciplina, no estás mostrando amor, sino odio. La aplicación sabia y amorosa de la disciplina produce crecimiento, sabiduría y vida.

Educar a un hijo requiere tiempo, constancia y trabajo duro. Va más allá de las meras palabras; requiere demostrar una vida piadosa a través de tu propio ejemplo. Explica claramente el Evangelio a tus hijos, ayudándoles a comprender la gravedad del pecado y la necesidad del arrepentimiento y la fe. Fomenta el amor por su crecimiento en sabiduría más que por la mera conformidad exterior.

Educar a tus hijos es una tarea sencilla, pero profundamente seria. Comprométete plenamente con esta tarea, busca continuamente la guía de Dios mediante la oración y confía plenamente en la sabiduría y la verdad de las Escrituras. Recuerda que tu papel como padre es discipular a tus hijos hacia la semejanza de Cristo. Con la ayuda y la gracia de Dios, cría hijos cuyos corazones le pertenezcan y que caminen por Sus caminos, pero asegúrate de que tu corazón le pertenece a Él en primer lugar.