Qué Estás Dispuesto a Ofrecerle a DiosMuestra

Recientemente estuve escuchando la historia del predicar ingles George Whitefield del siglo XVII. Me llamó poderosamente la atención por varias razones. La historia cuenta que cuando este era joven, no había mucha diferencia entre él y sus pares. Es decir, al igual que él, sus contemporáneos eran de escasos recursos económicos. Whitefield provenía de una familia de siete hermanos, su papá murió cuando él tenía apenas dos años de edad, y a raíz de esto, junto con su familia empezaron a enfrentar circunstancias difíciles en sus vidas. Con un agravante adicional; Whitefield fue una persona muy enferma durante toda su vida.

Ahora, como la mayoría de los creyentes, al principio su único interés era solamente el de asistir a la iglesia cada domingo. Lo mismo puede pasar con nosotros. En oportunidades nos movemos en una ética de solamente ir a la iglesia los domingos. Pero, algo interesante pasó con este joven a pesar de su condición. Y fue descubrir el bautismo de Jesús. Y al igual que él, yo me identifique con esa realidad; la realidad de entender que Dios se hace hombre y viene a morir por mí; lo que indica que nosotros hoy, somos más valiosos para el Señor de lo que nosotros mismos logramos entender, por la sangre y el sacrificio de Jesús en la Cruz a favor nuestro. Lo que me llevó a hacerme algunas preguntas.

Yo entiendo que tenga que morir alguien para el sacrificio de otro, yo entiendo que tenga que morir Jesús como Salvador, pero por qué no muere de una forma tranquila, por qué no se acuesta y amanece muerto, por qué tiene que ser a través de un sacrificio, digamos, tan complejo, tan explícito de subirse a la cruz del Calvario, de ser azotado, de entregar hasta la última gota de su sangre y de decir palabras tan contundentes y tan claras como Señor perdónalos porque no saben lo que hacen. Tal vez este tipo de cuestionamientos fue lo que finalmente llevó a Whitefield a desarrollar una relación tan profunda con Dios que finalmente decidió a pesar su condición, dejarlo todo por seguir a Cristo, servirle y aceptar de parte del Señor el llamado a la predicación.

Whitefield pasó a formar parte de la historia como uno de los más grandes predicadores de todos los tiempos. Y ese mejor predicador no se hace porque se haya propuesto hablar bien delante del público o por llevar un mensaje categórico y contundente, ¡No!, Pasó a la historia porque tenía una relación íntima con el señor, una relación que lo hacía clamar “Señor yo tengo sed de ti, tengo sed de ti".

No sé si te ha pasado. Pero, a veces como creyente nos acostumbramos a los mejores mensajes, y más si provienen de algún predicador de nuestra iglesia. Y, como que uno espera que el predicador venga y nos diga algo que necesitemos y lo alberguemos en el corazón y eso nos ayude a dar el siguiente paso.

Pero, al ver a Whitefield y el testimonio de vida nos damos cuenta que la relación con Dios va más allá de una predicación, o de lo que Dios nos pueda dar a través de un sermón.

Mi llamado o invitación con este plan devocional es a ver a través de la vida de George Whitefield y del Rey Salomón cómo podemos volvernos en medios conductores para que Dios actúe a través nuestro para llegar a otros, a partir nuestra relación e intimidad con Dios.