Ellas: Discípulas De JesúsMuestra

Otras veces, encontramos en la Biblia mujeres relevantes, aunque nombradas muy sutilmente, y casi pasando de largo, como es el caso de Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. De ella se dice, según Lucas, que era profetisa, es decir, hablaba de parte de Dios. Ningún otro evangelio la nombra tampoco, pero Lucas, cuida los detalles y, por sobre todo, los nombres para que pudieran comprobar, sus lectores, que se trataba de hechos y testigos fehacientes. Dice Lucas que Ana «no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones». Además, se encargó, dice el autor, de decirle a todos que ese niño era el que rescataría a Jerusalén. Por lo tanto, vemos que, aunque no eran muy populares, aparentemente, ni se nombran apenas, existían mujeres profetisas, y, por lo tanto, participantes de la vida religiosa y social del momento.

A veces creemos, erróneamente, que para ser relevantes en la historia debemos ser vistas. Sin embargo, lo que el Señor nos enseña es, que aun desde la sencillez, y desde el anonimato, podemos ser parte del cambio que Dios tiene para este mundo. Ana estaba anunciando al Salvador, pero no se habla de que tuviera seguidores ni de que bautizara a otros como Juan el bautista. Sin embargo, no podemos comparar a estas dos personas y poner en la balanza un ministerio por encima del otro. No es Jesús quien nos da la fama, sino la sociedad. Pero sí es Jesús quien nos da el respaldo a nuestro ministerio, ya sea a pequeña o gran escala. Para Dios, hombres y mujeres somos útiles y llamados a anunciar el Evangelio.

Él no hace acepción de personas, a diferencia de nosotros, y en su reino, todos somos del mismo valor, todos hemos sido comprados al mismo precio, todos somos salvos por medio de un mismo Cristo. Por eso, y aunque la sociedad quiera acallar tu voz, sigue siendo de influencia en las posibilidades que Dios te brinde. Y no te preocupes por ser vista, Dios te vio, te escogió y te llamó.