[El yo desinteresado] Dale a Dios tu «cuenta conmigo siempre»Ejemplo

¿Es buena la ambición?

La palabra «ambición», se menciona solo tres veces en el Nuevo Testamento, es sorprendente. Ambición se define como un deseo acariciado o una meta elevada, sirve como una brújula que apunta hacia tu verdadero llamado: compartir y brillar con Jesús. No se trata de ser el mariscal de campo estrella, el líder en la jugada o el mejor estudiante. Si bien esas plataformas pueden brindar oportunidades para expresar tu pasión, tu ambición real debe centrarse en algo eterno: Jesucristo.

Pablo enfatizó que su ambición no era la búsqueda de elogios sociales, cómo subir la escalera del éxito o acumular riqueza. Su ambición era irradiar y compartir el amor de Jesucristo. Usar cualquier plataforma que tuviera para llevar a Jesús a los corazones de los demás. Esto encierra una poderosa lección para todos nosotros, desde estudiantes hasta adultos.

Recuerda, la vida se mueve a un ritmo asombroso. A medida que los años se acumulan, a menudo nos encontramos mirando por el espejo retrovisor de la vida, reflexionando sobre las decisiones pasadas, las oportunidades perdidas y los caminos no tomados. «¿Por qué no lo hice entonces? ¿Por qué no invertí en esa oportunidad?». Los preciosos momentos pasan muy rápido, un hecho que se hace cada vez más evidente a medida que pasa el tiempo.

Si eres joven, tu generación tiene una oportunidad sin igual. Con el mundo aparentemente patas arriba, tus compañeros están en búsqueda de esperanza, verdad y una fuente de amor. No dejes pasar los años solo para arrepentirte de no haber compartido a Jesús con ellos. La oportunidad de influir positivamente en el mundo que te rodea está a tu alcance. No esperes otro día.

Si eres padre, a medida que envejeces y tus hijos crecen, te encuentras preguntándote a dónde se fueron los años. Las oportunidades son efímeras, al igual que el tiempo con nuestros seres queridos. Pero Pablo nos da esperanza. Su objetivo era compartir a Cristo, hacer brillar su luz para que todos la vieran.

Esta misión centrada en el Evangelio puede servir como un faro para nuestras decisiones de vida. Cualquiera que sea tu vocación, puedes incorporar esta idea central en tus acciones. Cuando la ambición, se centra en el amor eterno de Jesucristo y en darlo a conocer, nos transforma. Pasamos de una búsqueda egocéntrica a una luz guía, iluminando el camino que tenemos por delante. Nuestra verdadera ambición es ser las manos, los pies y la voz de Jesucristo en el mundo que tan desesperadamente lo necesita. ¿Es esta tu ambición? Si no es así, ora para que Dios lo convierta en tu ambición.