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Lo Que Dios Nos DaMuestra

Lo Que Dios Nos Da

DÍA 4 DE 5

Ricos y bendecidos

Así somos, por la gracia de Dios. Suena prepotente, pero es la verdad. ¿Hemos creído en el sacrificio de Jesús y en su resurrección de entre los muertos? Si es así, hemos sido adoptados por el Padre eterno de manera que, sin lugar a duda, somos sus hijos. Y, como dice su Palabra: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Rom. 8:17).

Si como cristianos estamos conscientes de esa maravillosa verdad, nos sabremos ricos y bendecidos. Ciertamente, no estamos hablando en términos materiales, sino en términos espirituales. El Apóstol Pablo lo expresó con mucha claridad cuando dijo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Ef. 1:3).

Pablo hablaba de redención, de perdón de pecados, de adopción, de las riquezas de la gracia de Dios. A veces, estas cosas, que ya poseemos, pierden su brillo ante nuestros ojos porque nos acostumbramos a las palabras y por consiguiente las damos totalmente por sentado. Estamos en el redil de Cristo, somos parte de una iglesia, no le hacemos mal a nadie y vivimos con un tesoro que nos ha sido dado sin darle la importancia que realmente tiene.

El mundo nos sigue diciendo que las verdaderas riquezas son aquellas que podemos ver, las que engordan nuestras cuentas de banco, las que nos añaden fama, las que le anuncian al mundo que andamos por encima de los que menos tienen. Esta versión de lo que es ser ricos es la que tenía la iglesia de Laodicea y a la cual Jesús le dijo: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apc. 3:17).

¿Qué hizo Jesús? Le volcó su pensamiento necio acerca de las riquezas igual que volcó las mesas de los cambistas en el templo. Y acto seguido le dijo la verdad acerca de su miserable condición. ¿Qué había ocurrido con esa iglesia? ¿En qué momento el tesoro de las riquezas de Cristo dejó de ser valioso para ellos? Es innegable, por el testimonio de Cristo mismo, que aquella iglesia fue seducida por las riquezas materiales dejándole sumida, en una terrible pobreza espiritual.

Cuán diferente fue el caso de la iglesia de Esmirna, a quién Jesús le dijo: “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico) (Apc. 2:9). Son palabras de Jesús, recordándole a esa iglesia sufriente que poseía “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” (Ef. 3:8).

De manera que, si somos de Cristo, somos ricos y bendecidos. Partiendo de esa verdad reconozcamos que lo material, lo que necesitamos, lo que podemos disfrutar, son también dádivas del Dios del cielo. Tanto las bendiciones espirituales como las físicas nos son concedidas, nos son dadas. Por tanto, seamos agradecidos como el apóstol Pablo, quien, tanto en abundancia como en necesidad, jamás perdió de perspectiva el precioso tesoro que poseía en Cristo Jesús.

Es por ello por lo que con toda certeza pudo decir: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19).

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Acerca de este Plan

Lo Que Dios Nos Da

De vez en cuando, debemos hacer un alto en toda nuestra cotidianidad y hablarnos a nosotros mismos como lo hizo el salmista consigo mismo, cuando dijo: “Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios". En este plan haremos ese alto para juntos gozarnos en lo que Dios nos da.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage