Dios, yo y nosotros Parte 2Muestra

Transformado por la gracia

Como se describe en Zacarías 3, la transformación de Josué ofrece una profunda ilustración de la renovación espiritual y la respuesta apropiada a ella: la obediencia infundida por la gracia. No se trata de un mero cumplimiento de las directivas divinas, sino de un compromiso sincero nacido de la gratitud por la gracia de Dios.

Josué estaba vestido con ropas sucias, que simbolizaban el pecado y la iniquidad. La orden del ángel de quitarse estas vestiduras y vestir a Josué con ropa limpia y elegante representa la eliminación del pecado y el otorgamiento de la justicia. Es un cuadro sorprendente de lo que sucede cuando encontramos la gracia de Dios, nuestro yo manchado es transformado, revestido de nuevo con la justicia de Cristo.

La obediencia infundida por la gracia difiere significativamente de la obediencia regular. La obediencia regular puede estar impulsada por el deber o el miedo, pero la obediencia infundida por la gracia surge de un profundo sentido de amor y agradecimiento. Es una obediencia que dice: «Tú me salvaste, por eso quiero vivir para ti, conocerte mejor, descubrirte de manera más profunda».

Esta obediencia no se trata de seguir los mandamientos de Dios para evitar problemas o hacer lo correcto, se trata de una relación. Se trata de amar a Jesús y vivir de una manera que refleje ese amor. Es lo que impulsa a Josué, una vez restaurado, a caminar en los caminos de Dios y cumplir sus mandatos, no por obligación sino por gratitud.

El encargo a Josué en Zacarías 3:6-7 resume esta respuesta. Es un llamado a la obediencia y una invitación a una vida de propósito y bendición. Conduce al liderazgo, el cuidado y la conexión, una transformación que impacta todos los aspectos de la vida.

Este devocional nos desafía a examinar nuestra respuesta a la gracia de Dios. ¿Estamos simplemente cumpliendo sus mandamientos, o vivimos en una obediencia infundida por la gracia impulsada por el amor y la gratitud? Considera la transformación que ocurre cuando encontramos a Cristo. Mientras reflexionamos sobre lo que esto implica, preguntémonos: ¿Realmente caminamos con Dios, motivados por su gracia? ¿Vivimos de una manera que refleje nuestro amor por Jesús? Esta es la esencia de la obediencia infundida por la gracia, una vida vivida en profunda gratitud por la obra transformadora de Cristo en nosotros.

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