ÍDOLOSMuestra

Entretenimiento: el dios Baco

En la búsqueda constante de satisfacción y escape de la realidad cotidiana, el entretenimiento se ha erigido como un ídolo moderno omnipresente, seductor y exigente. Este ídolo, que se manifiesta en pantallas, juegos, redes sociales, y más, promete placer y diversión ininterrumpida pero a menudo deja un vacío y una sensación de vacuidad en su estela. La etimología de "entre-tener" revela su naturaleza: lo que nos tiene, nos posee, distrae nuestra atención de lo verdaderamente importante.

Históricamente, las sociedades han construido monumentales estructuras dedicadas a sus ídolos predominantes: en la Roma antigua, el Coliseo; en el imperio Azteca, las grandes pirámides; en Egipto, las vastas tumbas de sus faraones. Hoy, nuestros "templos" son estadios, centros comerciales, y rascacielos que simbolizan la adoración al entretenimiento, al consumo, y al éxito material.

El entretenimiento, en su forma desmedida, distorsiona el propósito humano, ofreciendo un sucedáneo del verdadero gozo que solo se encuentra en Dios. Nos invita a sumergirnos en un ciclo interminable de búsqueda de placeres pasajeros, alejándonos del llamado a vivir vidas llenas de propósito, significado y servicio. La Biblia nos advierte sobre los peligros de entregarnos a la disolución y nos llama a ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18), buscando el gozo eterno que sobrepasa el mero entretenimiento.

Este ídolo moderno demanda nuestro tiempo, atención, e incluso identidad, haciéndonos creer que nuestra valía y felicidad dependen de nuestra próxima dosis de diversión. Sin embargo, este enfoque en el placer por el placer mismo solo conduce a un mayor vacío y descontento, perpetuando un ciclo de adicción y evasión de la realidad.

Para liberarnos de la tiranía del entretenimiento, debemos reorientar nuestros corazones hacia el gozo perdurable que se encuentra en la relación con Dios, a través de Jesucristo. Jesús nos enseñó que la verdadera satisfacción no se halla en los placeres efímeros de este mundo, sino en vivir una vida alineada con los propósitos divinos, donde el entretenimiento ocupa su justo lugar, como un regalo de Dios para disfrutar en moderación, no como un ídolo que nos domina.

Vivir conscientemente significa reconocer que no somos definidos por nuestros pasatiempos o las distracciones que elegimos, sino por nuestra identidad en Cristo. Cada decisión sobre cómo invertimos nuestro tiempo puede ser una oportunidad para glorificar a Dios, cultivar relaciones significativas, y contribuir a nuestro crecimiento espiritual y el de quienes nos rodean.

Recuperar el gozo de Dios implica también redescubrir el valor de la reflexión, la oración, y hasta el aburrimiento creativo, donde nuestra mente y espíritu pueden explorar profundidades más allá de la superficialidad del entretenimiento constante. Al empezar cada día, nuestra primera acción y pensamiento pueden ser un indicativo de lo que verdaderamente valoramos y adoramos.

Jesús nos llamó a una vida plena, no a una existencia atrapada en la "vana manera de vivir" (1 Pedro 1:18), sino a vivir intencionalmente, buscando primero el Reino de Dios (Mateo 6:33). Al hacerlo, descubrimos que la verdadera felicidad y satisfacción no se encuentran en el entretenimiento sin fin, sino en la vida abundante que Jesús ofrece, una vida marcada por el amor, el servicio, y el compromiso con lo eterno.

Que este día sea una invitación a examinar nuestros corazones y a preguntarnos sinceramente: ¿Qué o quién está ocupando el trono de nuestra adoración? ¿Estamos permitiendo que el ídolo del entretenimiento nos distraiga del verdadero propósito y gozo que Dios tiene para nosotros? Encuentra en Jesús la fuente de satisfacción eterna, y que tu vida refleje la gloria de vivir para Aquel que nos ofrece mucho más que simple entretenimiento.