Ante La Conciencia De PecadoMuestra

«Entre el antiguo y el nuevo pacto» 

Los hábitos pecaminosos con los que ha luchado, quedaron muertos con usted en el altar. No es lo que hacemos por Él ni para Él, es lo que Él ha hecho por nosotros a través de Cristo en respuesta a ese amor. Él se complace en darnos todo lo que le dio al Hijo, no lo escatimará, porque ya nos lo dio en Cristo. No podemos tener una revelación y mirar al Antiguo Testamento, al hijo de la esclava y preguntarle: ¿Cómo se vive en libertad? Él jamás podrá decírnoslo, porque es un esclavo. Eso fue lo que Cristo quiso decirle a los fariseos: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?»  La revelación del Antiguo Testamento era parcial, momentánea, reducida.  

Ellos creían que en la ley se concentraba toda la revelación del Mesías que vendría, pero cuando tuvieron al Mesías frente a frente, no pudieron identificarlo. En la ley había un mensaje que no pudieron comprender: «Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa». Sara y Agar representan los dos pactos. 

Las diferencias entre los dos son: el viejo pacto operaba por principios naturales, el nuevo por la promesa divina. Agar representa el viejo pacto. Ella produjo un hijo esclavo, Ismael, que nació por el principio natural de reproducción, igual que todos los seres humanos. Abraham le proveyó el esperma y Agar dio el óvulo. El resultado fue Ismael.  

Agar representa al Monte Sinaí. Allí le fue dada a Moisés la ley. El monte temblaba y el pueblo estaba espantado. El propósito era que vieran la gloria de Jehová, pero cuando Moisés regresó a ellos rodeado de gloria, el pueblo dijo: «No te podemos ver». Así fue que Moisés tuvo que ponerse un velo para cubrir la gloria que salía de su rostro.  Recuerde las palabras de Pablo cuando dijo que hasta el día de hoy ellos ven a través de un velo. En la Jerusalén actual, todos sus hijos están en esclavitud, porque el velo no se le ha quitado por estar mirando a Moisés y a la ley, y no a Cristo y su gracia.