La Prueba De FuegoMuestra

El fuego al que te expones no te quema, te aviva

Dios no nos someterá a un fuego que nos matará por dentro y por fuera. Esa no es la idea de Dios. Por eso, Él mismo promete estar con nosotros en el fuego, como lo leímos ayer.

Todo lo que no es real, firme y fuerte, al ser sometido al fuego, se hará cenizas. Por eso es que cuando tú y yo tratamos de hacer algo por nosotros mismos, ponemos nuestra fe sobre la arena y no sobre la Roca, y cuando direccionamos nuestro corazón a lugares incorrectos, con tan solo sentir lo caliente que está el horno, sentiremos que moriremos y que nuestras vidas se están convirtiendo en cenizas.

Sin embargo, eso es todo lo contrario a la fe que Dios nos da porque lo que proviene de Dios trasciende, perdura y es inquebrantable. Esa fe es la que puede entrar al horno y soportar altas temperaturas controladas por Dios. Es la que no se convertirá en cenizas sino en frutos, que es el producto final más valioso y de valor incalculable. Por eso debes estar seguro, que al poner tu vida sobre la Roca firme y no sobre la arena, que al reconocer que todo lo que haces y eres es por gracia y por su misericordia, y al direccionar tú corazón al lugar correcto, podrás estar en el fuego y no te quemaras, sino más bien serás avivado.

Es imposible que nuestra fe sea refinada y que podamos tener un despertar en nuestras vidas si no entramos en el horno. Es en el fuego donde realmente nos damos cuenta quién nos salvó, de quién depende nuestras vidas y de qué material estamos hechos, si de metales que son eliminados o de oro puro que no puede ser quemado.

El fuego de Dios quiere consumirte, pero no para muerte, sino PARA VIDA. Porque mientras más fuego, más encendido está Su Espíritu en nosotros.