Peligro: Suelo ResbaladizoMuestra

Peligro: Soberbia a la vista

“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída" (Proverbios 16:18).

¿Te ha pasado alguna vez que sales de un ascensor y te encuentras con un suelo que lo están limpiando y está lleno de jabón? ¿Cómo caminas sobre ese suelo resbaladizo? Seguramente con extrema precaución para no caerte. Es inevitable que, de vez en cuando al caminar por sobre ese piso, sufras algún susto por algún pequeño desliz. La idea es no caerse; sin embargo, algunas veces pasa que derechamente caes y sufres el daño: machucones, dolor y/o alguna fractura.

Una de las cosas que se menciona en la Biblia que más detesta Dios es la soberbia. ¿Pero qué es la soberbia? Una definición fácil de entender es: La soberbia es una característica o una actitud de la persona que cree tener una posición de superioridad o de privilegios frente a los demás. Es un exceso de confianza en uno mismo. Una cosa que hay que tener claro es que la soberbia tiene un ingrediente especial: existe un menosprecio por los demás; lo cual es contrario al amor de Cristo. Por otro lado, La Palabra menciona varias veces el orgullo, la vanagloria, la vanidad, el envanecimiento, como sinónimos de la soberbia. Me encanta Proverbios 6:16-19; en especial, donde dice que aborrece los ojos altivos. Estos ojos altivos grafican en plenitud el menosprecio de una persona soberbia hacia los demás. ¿O no?

Ahora bien, ¿por qué podría Dios detestar tanto la soberbia? Se me ocurren dos posibles respuestas. La primera es que la soberbia te hace independiente. ¿Todo lo puedo en Cristo? NO, todo lo puedo en mis propias fuerzas. “Yo arreglo los problemas. Mientras más me concentre positivamente en este proyecto, más probable se realice". “A mí no me va a pasar esto porque no soy como él, me cuido. Hago ejercicios y me alimento bien”. “Yo soy bueno, no me voy a ir al infierno. De hecho, el infierno no existe”. Todo se centra en el YO y, en un extremo, ya no necesitamos de Dios. Es más, podemos llegar a negar Su existencia. Lo que Dios SÍ quiere es que dependamos de Él, de Su Gracia, de Su Misericordia, de Su Justicia, Amor y Provisión.

La segunda razón tiene que ver con que la soberbia te hace llevarte la gloria que le pertenece sólo a Dios. “En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”, dice 1 Corintios 10:31. Si llego al extremo de negar la existencia de Dios, todo lo bueno que pasa no es por Dios, es por mis méritos, por mis fuerzas, por mi inteligencia sobrenatural. Aún más, puedo comenzar a creer que yo mismo soy un mini dios. “El éxito de esta empresa depende de mí”. “El corazón de este ministerio soy yo. Si me voy y desaparece”. Simplemente no ves actuar a Dios en tu vida y menos en la vida de los demás. Tus ojos se centran en ti mismo y no en Dios. Por eso no lo ves a Él. Tu corazón se endurece tanto que no te deja ver las cosas maravillosas que Dios hace.

Cualquier persona que permite que el pecado (en especial la soberbia) eche raíces en su vida, terminará en aprietos. La tentación con la que alguien se entretiene hoy, mañana se convertirá en pecado, al día siguiente en un hábito, y luego en la muerte y separación de Dios para siempre al extremo de no reconocer su existencia. Pensar “a mí jamás me va a pasar, jamás voy a caer en ese pecado” es el primer paso hacia un corazón endurecido. Hay que ser humilde, fuerte y valiente y reconocer que necesitas confesar tu pecado.

Preguntas para Reflexionar

• ¿Qué situaciones gatillan en ti el orgullo y la soberbia? ¿Cuando te honran, cuando te aplauden, cuando te reconocen, cuando te dicen “bien hecho”, cuando recibes un ascenso?
• ¿Existe algún área en tu vida en la cual crees que te desempeñas de manera extraordinaria? ¿Cómo miran tus ojos cuando te desenvuelves en dicha área?

Nos vemos en las próximas lecturas. Que tengas un excelente y muy bendecido día,
Alfonso