Soy Hijo, Tengo Un PadreMuestra

Tenemos un Abba Padre 🙏😇🔥

Desde niña, mi familia me inculcó el amor por la lectura. En la biblioteca improvisada de mi padre, un agricultor y artesano, pasaba horas fascinada por las imágenes que ilustraban el cultivo del café, el control de plagas en el ganado y la siembra de hortalizas. Más tarde, ya en edad de leer, me sumergí en las páginas de "E.T."

De la misma manera, al formar parte de la familia de Dios, recibimos grandes privilegios, uno de ellos la posibilidad de llamar a Dios: ¡Abba Padre! Esta expresión doble, con el mismo significado en arameo y griego ("padre"), nos revela la cercanía y la filiación de amor que, como hijos, tenemos con Dios.

La expresión "Abba Padre" aparece solo tres veces en la Biblia. Una de ellas, en el texto de Pablo a los Romanos 8:15: "Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ‘¡Abba, Padre!’. La segunda, también por el apóstol Pablo, en Gálatas 4:6. Ambos pasajes describen nuestra adopción como hijos y el don de un espíritu filial, que nos impulsa a clamar "¡Abba! ¡Padre!".

La tercera ocasión se encuentra en el Evangelio de Marcos. ¿Te imaginas quién la pronunció y en qué circunstancias? Sí, el mismo Jesús, Hijo de Dios, en medio de una de sus más grandes luchas. En el Getsemaní, donde su alma se angustiaba al pensar en lo que pronto habría de suceder, clama: "¡Abba Padre! ... que no se haga mi voluntad sino la tuya" (Marcos 14:36).

La oración de Jesús en el Getsemaní nos enseña valiosas lecciones sobre Dios como nuestro Abba Padre:

1. Podemos acudir a nuestro Padre en medio de la angustia:

Jesús, en su perfecta relación con el Padre, nos muestra la importancia de depender de Él en todo momento. El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos del pueblo clamando a Dios en medio de dificultades y siendo liberado: de la esclavitud de Faraón, de la persecución de su ejército, de enemigos en el desierto, de invasores. En cada ocasión, Dios demuestra su favor en respuesta al clamor de su pueblo.

2. Podemos expresar nuestras emociones más profundas con sinceridad:

Dios no es un Padre ausente o distante. Él entiende nuestro corazón y podemos "depositar en él toda ansiedad, porque él cuida de nosotros" (1 Pedro 5:7).

3. Podemos recibir de nuestro Padre la fortaleza para resistir en medio de las duras pruebas:

Jesús, luego de su clamor, fue fortalecido para hacer la voluntad de su Padre y no la suya.

A pesar de conocer a Dios, muchos cristianos viven como huérfanos, actuando sin la seguridad de ser hijos amados. Esta es una de las grandes luchas de la fe: la incapacidad de ver a Dios como Padre, de saberse hijo y de sentirse amado.

¿Cómo reconocer si nos relacionamos con Dios desde el temor o el amor?

• Si vemos a Dios más como juez y Señor.
• Si definimos nuestra identidad por lo que hacemos y no por lo que somos.
• Si creemos que debemos servir a Dios para mantener nuestra relación con Él.
• Si pensamos que podemos ganarnos el amor de Dios con nuestras acciones.
• Si creemos que podemos perder el amor de Dios por lo que hacemos o dejamos de hacer.

Si nos identificamos con alguna de estas afirmaciones, es probable que estemos relacionándonos con Dios desde el temor y no desde el amor.

Es el Espíritu Santo quien nos testifica que somos hijos de Dios. Esa seguridad de tener un Padre perfecto, presente y suficiente para nosotros nos da la libertad de caminar libres del temor. A pesar de las duras pruebas de la vida, saber que pertenecemos a Él y que estamos protegidos nos dará la confianza y la fortaleza para seguir adelante.

1 Juan 4:18 dice: "El perfecto amor echa fuera el temor". El amor de Dios manifestado a nosotros como sus hijos nos libera del temor.

Preguntas para la reflexión:

• ¿En qué áreas aún no te puedes relacionar con Dios como Padre?
• ¿Hay alguna persona en tu vida que necesite dejar de ser "huérfano" para convertirse en "hijo"? ¿De qué manera puedes mostrarle el amor de Dios Padre esta semana?

Recuerda que todos necesitamos experimentar el amor y la aceptación de un Padre amoroso. Sé un instrumento del amor de Dios para quienes te rodean.

Por: Margarita Orozco, Creadora de contenido de Conectar Global

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