La Crianza De Los HijosMuestra

La importancia de la disciplina

En la sesión pasada hablamos sobre la importancia de que los padres se pongan de acuerdo en la manera de educar a los hijos, incluso en las pequeñas cosas, ya que estas pueden causar caos. También mencionamos que la mejor educación está cimentada en la Palabra de Dios y que nuestro mejor ejemplo de paternidad es nuestro Padre celestial. Hoy queremos hablar acerca de la disciplina.

Hablar de disciplina no es sencillo. La palabra desata diferentes sentimientos e ideas en nosotros: algunos piensan en golpes y gritos, mientras que otros en ignorar o dejar de hablar a la persona. Sin embargo, la palabra "disciplina" significa enseñanza y educación. Nuestros hijos son como nuestros pequeños discípulos a quienes transmitimos valores, costumbres y creencias, tanto buenas como malas.

La disciplina bíblica tiene como objetivo edificar a los hijos, no destruirlos. Su meta principal es inculcar el amor y temor a Dios, y el amor a la Palabra de Dios, que será su guía. También debe inculcar respeto, autocontrol, una sana autoestima, responsabilidad y conciencia de rendir cuentas por nuestras acciones.

Para edificar a los hijos, los padres deben educar sin temor. Muchos padres ven la disciplina como algo negativo que puede hacer que sus hijos dejen de amarlos, y por eso se vuelven permisivos. Pero parte del amor es poner límites y cuidar a nuestros hijos, igual que Dios lo hace con nosotros. Hebreos 12:6-7 dice: "El Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo".

Primero, la disciplina debe ser clara. Dios, al crear al hombre, le dio instrucciones claras sobre lo que debía hacer, lo que no debía hacer y las consecuencias de la desobediencia (Génesis 2:15-17). De la misma manera, debemos ser claros con nuestros hijos sobre lo que esperamos de ellos, lo que no pueden hacer y las consecuencias de sus acciones.

Segundo, la disciplina debe ser positiva. No busca castigar, sino edificar y enseñar a comportarse. Dios, al hablar a Israel sobre las consecuencias de sus acciones, comenzó con las bendiciones que recibirán por obedecer su Palabra (Deuteronomio 28). De igual manera, motivemos a nuestros hijos con recompensas por sus esfuerzos y buen comportamiento.

Tercero, la disciplina debe ser creativa. Cuando nuestros hijos dejan los zapatos por todos lados, en lugar de regañarlos sin resultados, podemos ser creativos en las consecuencias. Por ejemplo, hacer que suban y bajen las escaleras con los zapatos 20 veces seguidas. Este tipo de disciplina puede ser efectiva sin dañar la relación.

Medita en esto: ¿Es tu disciplina clara, positiva y creativa? ¿Cómo puedes implementar un cambio en tu forma de educar? Recuerda Hebreos 12:11: “Ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.

En el próximo día hablaremos más sobre cómo practicar la disciplina con autoridad, respeto y amor. No te lo pierdas.