Creer Y Descansar, Para Su Herencia AlcanzarMuestra

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3).

En su carta a los Efesios Pablo nos enseña por revelación lo que nosotros ya recibimos en Cristo. Los primeros dos capítulos hablan de todo lo que somos en Él y de todo lo que Cristo es en nosotros. En general, la carta a los Efesios es una carta de buenas noticias, es una carta llena de realidades espirituales, que son de bendición para nosotros, la cual te recomiendo estudies a profundidad.

Esta carta habla de unas realidades que antes nos eran ajenas, que no eran para nosotros. No tendríamos por ningún motivo acceso a todas estas promesas de las que habla Efesios, simplemente porque por ser pecadores, estábamos destituidos de la gloria, de la presencia de Dios y de todas sus promesas.

La carta a los Efesios nos dice que, necesitamos a Jesús para poder tener acceso a toda esta bendición que Dios quiere entregarnos. Es que yo me he portado bien toda la vida, dice la gente. ¿Entonces yo no sé para qué hablar de Jesús y para qué ir a la iglesia o para qué orar tanto, para qué hacer tanto, tanto esfuerzo en esto de la Iglesia?

Pero resulta que nadie es lo suficientemente bueno para Dios. Ninguno es tan bueno delante de Dios como para decir que se merece la bendición; es que merece que Dios le trate bien.

O cuando creemos erróneamente -- Es que, Fulano cuidó de un niño abandonado cuando lo encontró en la calle hace años y, y por eso Dios “le tiene” que dar una bendición especial. Es que, Zutano le entregó su plata, a las hermanitas descalzas, y entonces por eso es por lo que le va tan bien. Él es un ciudadano honesto, se porta bien, por lo tanto, le tiene que ir bien, por eso Dios lo va a bendecir.

Resulta que, ni el uno, ni el otro, pueden obtener la bendición de Dios simplemente por portarse bien. Porque si así fuera entonces, Jesús no sería necesario. Si fuera porque nosotros nos portamos bien en la vida, Jesús no tendría que haber ido a la Cruz a pagar el precio del pecado, porque todos tendríamos la posibilidad de ser muy buenos; si todos nos portamos bien para qué Jesús.

Pero la Biblia nos narra en Génesis 3: 1 - 7, que Adán y Eva caen en lo que se llama el pecado original y Su relación íntima con Dios se perdió para siempre, y nosotros heredamos esa desconexión con Dios como raza humana, producto de la caída de Adán y Eva.

Sin embargo, desde ese mismo instante, casi que en los siguientes versículos aparece la promesa de redención por parte de Dios, al decirle Dios a Eva que de su simiente aparecerá alguien, que vencerá a Satanás, la serpiente que engañó a Eva (Gen. 3:15).

Y ese descendiente de la mujer se llama Jesús de Nazaret, el hijo de Dios que se hace hombre para llevarnos de nuevo a donde Dios nos había diseñado y desde donde siempre ha tenido para nosotros reservadas sus bendiciones (2 Cor. 1:20).

Es por esto que es muy importante creer en lo que Cristo hizo, porque el plan de Dios es llevarnos de nuevo a esa relación original con Él por medio de Jesucristo.

Y si nosotros ya conocemos a Cristo y sabemos que Él pagó el precio de nuestros pecados en la Cruz, lo que nos queda es seguir ahondando en el conocimiento de esa realidad, que es lo que Pablo describe en la carta de Efesios.

Lo anterior nos permite deducir que lo que narra Pablo en estos dos primeros capítulos de Efesios, de alguna manera podría ser el Evangelio en todo su esplendor, o en otras palabras, la mejor síntesis del evangelio.

¿Qué tal tú?

¿Crees poder apartar un tiempo de tu jornada para poder meditar en los dos primeros capítulos del libro de Efesios, antes de seguir avanzando en estas reflexiones?