Maternidad Llena De GraciaMuestra

Consolar

Leer: 2 Corintios 1:3-7

EOAO: 2 Corintios 1:3-4

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre Misericordioso y Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros también podamos consolar a los que están sufriendo, con el mismo consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.

En el texto

Dulce hermana, en un mundo que puede ser duro e implacable, nuestros hogares son el lugar donde nuestros hijos aprenden sobre el amor y la gracia de Dios y sienten Su consuelo. Como madres, tenemos el increíble privilegio de convertirnos en los tiernos instrumentos del consuelo de Dios, ofreciendo descanso y un oído atento a las almas que nos han sido confiadas. Nuestros hogares pueden ser un lugar seguro para que nuestros hijos se refugien cuando necesiten descansar de todos los problemas, la ansiedad y la angustia que, a veces en nuestro mundo roto, les agobian.

Para luchar contra el quebrantamiento de nuestro mundo, podemos señalar a nuestros hijos a Jesús. Él entendía lo que era enfrentarse a las dificultades y al sufrimiento. Mientras les señalamos a aquel que, en última instancia, puede consolarlos, podemos ponernos a su lado y elegir intencionadamente llenar nuestros hogares de comprensión y paciencia. Podemos crear hogares donde se alimenten los sueños y se calmen las decepciones, así como lugares donde nuestros hijos puedan desahogar sus corazones mientras les escuchamos, les aconsejamos y simplemente estamos con ellos en el dolor del momento. Podemos elegir hacer de nuestros hogares lugares seguros donde nuestros corazones estén unidos a los suyos. Cuando lloran, lloramos. Cuando se alegran, nosotros también.

El fundamento de todas estas acciones y actitudes está establecido en la Palabra de Dios. Nuestros hijos necesitan saber de dónde viene nuestro cuidado: el cuidado de Jesús, que fue y pagó el precio de su pecado y de nuestro pecado. La verdad entrelazada con la gracia, el amor, la misericordia y el deseo de justicia está motivada por nuestro amor a Él.

Que las palabras que se escuchen dentro de nuestras paredes sean las que construyan como aliento. Que nuestros hijos aprendan cómo es extender empatía y consuelo para que ellos también puedan ser una fuente de consuelo para aquellos que Dios ha puesto en sus vidas. Queremos que nuestros hogares sean el punto de partida para ver las verdades y acciones de Cristo en un mundo herido.

En nuestros hogares, comprometámonos a consolar a nuestros hijos con el consuelo que nosotros mismos hemos recibido de Dios: consuelo que desborda, consuelo que sana, consuelo que une y edifica.

Oración

Querido Jesús, haz de mí un recipiente de tu amoroso consuelo. Ayúdame a escuchar con empatía, a guiar con Tu sabiduría y a nutrir con Tu amor. Que mi hogar sea un lugar de consuelo, donde se conozca Tu gracia y se sienta Tu amor. Amén.

Pregunta

¿Cómo puedes cultivar hoy un hogar que refleje el consuelo y la seguridad del amor de Dios para tus hijos?