Ofrendas maldecidasMuestra
¡Dios respeta a quienes lo respetan y recompensa a quienes lo honran! Seguramente habrás visto la película Carrozas de fuego. Retrata la historia de Eric Liddell, llamado el escocés volador, quién dejó su estelar carrera deportiva para ser misionero en China. En 1924 iba a correr para su país en los juegos olímpicos de París cuando supo que las preliminares de los 100 metros se disputarían el día domingo. Eric se negó a correr porque no quería deshonrar a Dios. En su lugar corrió los 400 metros que, por supuesto, no era su especialidad. Mientras se aproximaba al lugar de partida un hombre desconocido deslizó un papel en su mano con la siguiente inscripción: “Yo honraré a los que me honran”, 1º Samuel 2:30. Ese día Eric Liddell rompió el récord olímpico y mundial en los 400 metros. Antes de morir, haciendo alusión a su apasionada vida para Dios, dijo: “¡En completa rendición!”.
Otra mujer que fue honrada por rendir su vida en la ofrenda de un perfume fue María: “… En cualquier lugar del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se hablará de lo que hizo esta mujer”, Marcos 14:9 (NTV). Imagina la cantidad de personas en el mundo entero que en este preciso momento estarán leyendo acerca de ella o la cantidad de discursos que se estarán pronunciando y cuyo tema principal sea la generosidad de una mujer atrevida en su fe. Todos los días, en todo el mundo y por cientos de años.
María siendo recordada e inmortalizada por un acto de generosidad extrema. La vida de María puede ser retratada en tres imágenes:
a) María se sentó a los pies de Jesús y aprendió, Lucas 10:39.
B) María cayó a los pies de Jesús y se rindió, Juan 11:32.
C) María ungió los pies de Jesús y lo honró, Juan 12:3.
Así como María quebró el frasco de alabastro nosotros debemos romper las gruesas paredes de nuestro yo y derramar sobre el Señor lo más precioso que tenemos: nuestras vidas. Y la recompensa también será grande. Jesús dijo: “… Todos los que dejaron… casas… hermanos… padres… hijos o tierras por mi causa, recibirán cien veces más y heredarán la vida eterna", Mateo 19:29 (PDT). ¿Lo ves? A Dios le gusta exagerar con la recompensa. Cualquier cosa que hayamos rendido a Él nos será regresada cien veces más, además de la vida eterna. El ‘todo’ de los discípulos no era mucho, sin embargo, Jesús no olvidó que era su ‘todo’ al igual que la viuda de Sarepta que ofrendó su ‘todo’ en su último bocado de pan: “… Y comió él… ella, y su casa, muchos días… todo el tiempo que fue necesario. No importaba qué cantidad usara, siempre quedaba suficiente en los depósitos”, 1º Reyes 17:15-16 (LBLA; NBV). ¡Muchos días, todo el tiempo, y todo lo suficiente! Y todo por darle a Dios su ‘todo’. Nuestro ‘todo’ a cambio del ‘todo’ de Dios. ¡Solo cuando le damos a Dios ‘todo’, estamos en posición de esperar ‘todo’ de parte de Dios!
Acerca de este Plan
¡Es cierto que podemos ofrendar lo que queramos, pero eso no significa que Dios la acepte! ¡Si nuestro corazón está lejos de Dios la ofrenda es una burla y no vale más que un suspiro!
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/