Corazón De HijoMuestra

Un corazón nuevo

Versículo Clave:

Ezequiel 36:26 (RVR1960) - "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne".

Reflexión:

En el corazón de nuestra fe está la obra transformadora de Dios. Ezequiel profetiza sobre esta transformación: un corazón nuevo, una renovación completa del corazón. Este no es un cambio superficial, sino una transformación radical que solo Dios puede realizar. El corazón de piedra, endurecido por el pecado y la incredulidad, es quitado, y en su lugar, Dios nos da un corazón de carne, sensible a su voz y receptivo a su amor.

Nos encontramos ante una realidad sublime: somos seres necesitados de renovación, de transformación profunda. Nuestros corazones, a menudo endurecidos por la rutina, la decepción, el dolor o el pecado, claman por el toque sanador del Padre. Es en esta rendición ante Él donde encontramos la promesa de un corazón nuevo. Dios no solo desea cambiar nuestro comportamiento externo, sino que busca transformar nuestra esencia misma, nuestros deseos, nuestras motivaciones más íntimas.

Este corazón nuevo que Dios ofrece es más que una reparación; es una recreación. Es un corazón que late al ritmo del amor del Padre, que responde a la gracia con gratitud y obediencia. Es un corazón moldeado por la mano del alfarero, dispuesto a ser modelado según la imagen de su Hijo. Es un corazón de carne, lleno de compasión, misericordia y amor, capaz de reflejar la naturaleza misma de Dios en un mundo necesitado.

En la obra de restauración de Dios, no somos solo espectadores, sino participantes activos. Nuestra respuesta a su invitación a recibir un corazón nuevo es un acto de entrega total, de confianza plena en su soberanía y bondad. Es abrir las puertas de nuestro corazón y permitir que su Espíritu Santo entre y haga su obra transformadora. Es decirle "sí" a su voluntad, permitiendo que su amor cambie radicalmente nuestra manera de vivir y de relacionarnos con Él y con los demás.

Oración:

Padre Celestial, gracias por tu promesa de darnos un corazón nuevo. Reconocemos nuestra necesidad de tu transformación en nuestras vidas. Quítanos todo corazón de piedra y llénanos con tu Espíritu Santo. Haznos sensibles a tu voz, obedientes a tu voluntad y amorosos como tú eres amoroso. Que nuestros corazones reflejen siempre tu carácter y tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.