Lectura Con El Pueblo De Dios - 4Muestra

Pertenecer a Jesús

"Que no soy mío, sino que pertenezco, en cuerpo y alma, en vida y en muerte, a mi fiel Salvador, Jesucristo".

Para comprender verdaderamente nuestra identidad, primero debemos reconocer que no somos nuestros. Esta verdad fundamental cambia nuestra perspectiva del egocentrismo al cristocentrismo. Pablo nos recuerda en 1 Corintios 6:19-20, "No sois vuestros; Fuiste comprado por un precio. Por lo tanto, honren a Dios con sus cuerpos".

Pertenecer a Jesús significa que cada parte de nosotros, cuerpo y alma, en cada circunstancia de la vida e incluso en la muerte, está segura en Sus manos. Esta pertenencia no es una propiedad restrictiva, sino una relación liberadora. Jesús, nuestro fiel Salvador, nos compró con Su sangre, liberándonos de la esclavitud del pecado y asegurando nuestro destino eterno.

Reflexiona sobre lo que significa pertenecer a Jesús en tu vida diaria. ¿Cómo influye esa verdad en tus decisiones, acciones y actitudes? Abraza la paz y la seguridad que vienen de saber que eres Suyo.

Pasa tiempo en oración, agradeciendo a Jesús por reclamarte como suyo. Pídele que te ayude a vivir esta identidad a diario, confiando en Su fiel amor y guía.

La oración de iluminación de hoy:

Señor, abre nuestros corazones para que comprendan verdaderamente que te pertenecemos, en cuerpo y alma. Ayúdanos a vivir cada día en la seguridad de Tu amor, reflejando vidas centradas en Cristo en todo lo que hacemos. Gracias por reclamarnos como Tuyos. En el nombre de Jesús. Amén.

Reto de memorización del mes:

Catecismo de Heidelberg Preguntas y respuestas 1

Pregunta 1 ¿Cuál es tu único consuelo en la vida y en la muerte?

R1. Que no soy mío, sino que pertenezco, en cuerpo y alma, en la vida y en la muerte, a mi fiel Salvador, Jesucristo.

Él ha pagado completamente por todos mis pecados con su preciosa sangre, y me ha liberado de la tiranía del diablo. Él también vela por mí de tal manera que ni un cabello puede caer de mi cabeza sin la voluntad de mi Padre que está en los cielos; De hecho, todas las cosas deben cooperar para Mi salvación.

Porque le pertenezco, Cristo, por su Espíritu Santo, me asegura la vida eterna y me hace estar totalmente dispuesto y listo desde ahora para vivir para él.