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Pequeñas amabilidades

Por lo tanto, como pueblo escogido de Dios, santo y amado, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia (Colosenses 3:12).

Amanda trabaja como enfermera visitante que rota entre varias residencias de ancianos, y a menudo lleva a su hija Ruby, de once años, al trabajo. Para tener algo que hacer, Ruby empezó a preguntar a los residentes: «Si pudieras elegir tres cosas, ¿qué desearías?», y a anotar sus respuestas en su cuaderno.

Sorprendentemente, muchos de sus deseos eran cosas pequeñas: salchichas de Viena, tarta de chocolate, queso, aguacates. Así que Ruby creó un GoFundMe para ayudarles a cumplir sus sencillos deseos. Y cuando entrega las golosinas, reparte abrazos. Dice: «Hacer esto te levanta el ánimo. Realmente lo hace».

Cuando mostramos compasión y bondad como Ruby, reflejamos a nuestro Dios, que es «… misericordioso y compasivo […] y grande en amor» (Salmo 145:8). Por eso el apóstol Pablo nos exhortó, como pueblo de Dios, a revestirnos «… de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia» (Colosenses 3:12). Puesto que Dios nos ha mostrado una gran compasión, naturalmente anhelamos compartirla con los demás. Y al hacerlo intencionadamente, nos «vestimos» de ella.

Pablo continúa diciéndonos: «Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto» (v. 14). Y nos recuerda que debemos hacerlo todo «… en el nombre del Señor Jesús…» (v. 17), recordando que todo lo bueno viene de Dios. Cuando somos amables con los demás, se nos levanta el ánimo.

Alyson Kieda

Jesús, gracias por mostrarnos una bondad desbordante e ilimitada. Ayúdanos a encontrar alegría en hacer actos bondadosos por los demás.