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NUESTRA NATURALEZA

Hace poco tiempo atrás una persona muy cercana me preguntó si yo había visto algún cambio en ella después de que había aceptado a Jesús en su vida. Le dije que sí y le entregué algunos consejos para seguir mejorando y cambiando su vida para mejor. Sin embargo, me quedó dando vueltas esa pregunta ya que me aclaró mucho lo que viene después de haber aceptado a Jesús en el corazón.

El arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesús como su Señor y Salvador es un paso gigante que uno da; uno recibe la salvación como un regalo de Dios. Recibes al Espíritu Santo y quedas sellado. La aceptación, el creer en Jesús es una decisión individual. Aunque exteriormente pareces todavía la misma persona, cuando recibes a Cristo pasas por un cambio radical de corazón. Pasas de tener un corazón de piedra a tener un corazón de carne. Eres por dentro una nueva persona, eres una nueva creación. Pasas de ser criatura de Dios a ser un HIJO DE DIOS. Como nueva creación, el amor a Cristo nos impulsa a agradar a Dios antes que a nosotros mismos. Cómo nueva creación somos capaces de ver más allá del exterior y mirar el corazón de las personas. Como nueva creación somos totalmente diferentes, somos otras personas. Como nueva creación, ya no estamos en tinieblas, caminamos en la luz. Esta nueva naturaleza que hemos recibido es como una semilla que nos regalaron. Lleva tiempo, esfuerzo y disciplina cultivarla y hacerla crecer. A veces encontrarás difícil obedecer a Dios y abandonar viejos hábitos, pequeños pecados regalones. Pero mientras más cultives esta nueva naturaleza, mientras más tiempo pases con Dios leyendo y estudiando la Palabra, estando en oración, caminando en la luz, notarás cambios a medida que pasen las semanas, los meses y los años.

Cierto, seguimos siendo pecadores pese a haber aceptado a Jesús y creer en Él. ¡¿Pero cómo?! La Biblia identifica al pecado como el principal problema del ser humano y el más serio de todos. Todo empezó cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios cuando Él le dijo: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". Y probaron el fruto que Dios expresamente les había dicho que no lo hicieran. Pero, como Satanás (representado como una serpiente) los tentó diciéndole “...Serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal". Adivinen qué, Adán y Eva cayeron redonditos en el ahora viejo truco de que “serán como Dios”. Desde ese momento, el pecado y la maldad entraron en nuestros corazones y, lamentablemente, es parte importante de nuestra naturaleza.

El pecado no es sólo una acción, está incrustado en nosotros, en nuestro ADN. Por ahí leí que “Nosotros NO somos pecadores porque pecamos. Al contrario, pecamos porque somos pecadores”. Porque somos pecadores, pecamos en forma totalmente natural. Como es natural en nosotros, la mayoría de las veces no nos damos cuenta. Está en nuestro ser. ¿No me crees? Somos egoístas, vanidosos, avaros y orgullosos, soberbios por naturaleza. La maldad fluye de forma natural en nosotros. Es cosa de prender la TV y ver las noticias para ver la maldad del ser humano y los efectos nocivos que ha tenido en nuestro planeta y en toda la humanidad: Guerras, corrupción, pobreza, contaminación, enfermedades, violencia.

Alguna vez leí una historia de una persona que dijo que la nueva y vieja naturaleza se podía comparar con dos perros que se pelean continuamente. Esta persona dijo que podía predecir cuál de los dos perros ganaría. Sorprendidos le preguntaron cómo podía saber eso, cómo podía predecirlo. El respondió “ganará el perro al cual uno alimente más, por supuesto”.

Moraleja: Alimenta más tu nueva naturaleza para que crezca y florezca. Deja que la vieja naturaleza muera por inanición.

Preguntas para reflexionar

• ¿Tienes conciencia de tu vieja naturaleza?
• ¿Cómo puedes alimentar tu NUEVA naturaleza?
• ¿Has escuchado de El Pan de Vida?

Que tengas un excelente y muy bendecido día. Nos vemos en la siguiente lectura.
Alfonso