Un camino hacia la intimidad con DiosMuestra

Su justicia es mejor

Hace unos años, tuve la oportunidad de realizar un programa de evangelismo en Colombia, donde literalmente lo que hice por dos semanas fue ir de puerta a puerta compartiendo el evangelio con las personas.

Nunca voy a olvidar a una abuelita de 102 años a quien hablé de Cristo. Nos recibió con amabilidad en su casa, después de ofrecernos un rico “tintico”, como le dicen a una pequeña taza de café. Empezamos a compartir las buenas nuevas con ella. Todo iba muy bien, hasta que llegamos al tema del perdón. ¡Su cara y actitud cambiaron por completo!

Nos contó cómo cuarenta años atrás, alguien había intentado envenenarla. Relató todo el daño y las consecuencias físicas que hasta ese día tenía por haber consumido aquel veneno. La conversación terminó con ella afirmando que nunca perdonaría a esa persona. Recuerdo bien ver su rostro con una mezcla de dolor y enojo.

Te cuento esto porque la siguiente petición del Padre Nuestro puede ser muy difícil para ti, si es que has experimentado algo similar a esa anciana; si has sido ofendido, lastimado o traicionado.

La siguiente petición tiene que ver con renunciar a nuestro derecho de exigir justicia o venganza. Tiene que ver con confiar en Dios y en Su justicia.

Leamos lo que dice:“Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores” (Mateo 6:12).

Me hace recordar una frase que escuché hace mucho: “Guardar rencor es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera”. Guau, qué duro, ¿no? La invitación de Jesús en esta parte del Padre Nuestro es a confiar en que la justicia de Dios es mejor, aun si Su justicia implica que la persona que te hizo daño sea perdonada y salvada por Dios mismo.

La única manera en que podemos vivir este tipo de perdón es cuando reconocemos lo mucho que Dios nos ha perdonado. Es solo en ese momento cuando podemos decir: “Si Dios me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?”.

Hoy, quisiera orar por ti y por mí para que Dios nos dé la fuerza de perdonar a quienes nos han hecho daño, y nos ayude a superar el dolor que nos pudieran haber causado. ¿Quieres orar conmigo?

Padre nuestro, hoy reconozco que no es fácil esta petición. Reconozco que el perdón puede ser muy difícil. Por eso, quiero rogarte que me ayudes a soltar el rencor. En el nombre de Jesús, suelto mi deseo de venganza, confiando que tu justicia es mejor. Amén.