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DÍA 3 DE 7

Un corazón protegido.

Cuando hablamos del corazón, en la mayoría de los casos hoy en día nos referimos a nuestras emociones. Sin embargo, para el pensamiento bíblico, el corazón era mucho más que eso. Cuando la Biblia habla del corazón, mayormente se refiere a este como el centro de nuestros pensamientos, emociones y decisiones.

Por eso el siguiente elemento que Pablo nos menciona de la armadura de Dios es tan importante: la coraza. En Efesios 6:14 dice: "protegidos por la coraza de justicia". Me encanta porque nos habla de protección. ¿Y qué es lo que una coraza protege? Protege el corazón.

Ahora, ¿Cómo puede esta coraza proteger nuestro corazón y, por lo tanto, proteger nuestros pensamientos, emociones y decisiones? La respuesta está en la siguiente palabra: justicia.

Pero, ¿de qué justicia estamos hablando? En un mundo lleno de injusticias donde día tras día vemos en las noticias una serie de injusticias, es comprensible cuestionarlo. Quizás tú mismo estés experimentando algún tipo de injusticia en tu vida, ya sea en el trabajo, los estudios o alguna relación.

Yo solo tengo un hermano, y soy el mayor. Déjame decirte que creciendo siempre pensé que fue injusto cómo trataron a mi hermano, ya que nunca recibió la misma cantidad de disciplina que yo. Él no fue castigado de la misma manera que yo cuando fallaba en la escuela, cometía errores o se portaba mal.

Entonces, ¿de qué justicia estamos hablando que pueda cuidar nuestro corazón como una coraza? Mira lo que dice 2 Corintios 5:21: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.”

La mejor forma de proteger nuestra mente, emociones y las decisiones que tomamos es mediante la justicia de Dios. ¿Y cómo podemos vivir en esta justicia? Aceptando el regalo inmerecido de este "gran intercambio", como lo llamó Lutero: Jesús tomó nuestros pecados y nosotros recibimos su justicia.

Reconocer esta verdad se convierte en una coraza que cuida nuestro corazón. Saber que ahora vivo por Él y para Él es lo que cambia mi forma de pensar, mi manera de sentir y, por lo tanto, las decisiones que tomo. Y tú, ¿qué justicia estás viviendo? ¿La tuya o la de Dios? ¿Cómo se vería tu día a día si tus pensamientos, emociones y decisiones estuvieran guiados por Dios?

Escrituras

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