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Volver al primer amor

La iglesia de Éfeso, como se describe en Apocalipsis 2, es elogiada por su perseverancia, arduo trabajo y rechazo al mal. Sin embargo, Jesús identifica un problema profundo: la pérdida del primer amor. Esto es una advertencia no solo para la iglesia de aquella época, sino también para todos nosotros hoy.

El primer amor es la pasión y la devoción que tenemos por Jesús al inicio de nuestra caminata con Él. Es ese fervor inicial que, con el tiempo, puede ser reemplazado por un activismo vacío. Las obras y los ministerios son importantes, pero nunca deben sustituir el amor por Jesús como el punto central de nuestra fe.

Estamos en un peligro real cuando nuestro amor por Cristo no es mayor que nuestras actividades ministeriales. El Señor nos advierte que, si nuestro ministerio no está fundamentado en ese primer amor, Él podría quitar nuestro candelabro de su lugar, es decir, nuestra influencia y bendición.

Necesitamos urgentemente regresar al primer amor. El Señor no se ha olvidado de nuestras obras, pero Él nos llama a recordar de dónde hemos caído y a arrepentirnos. No estamos simplemente en una crisis, sino en un estado de pecado cuando permitimos que las actividades ocupen el lugar de nuestro amor por Jesús.

Dios desea que nuestro ministerio sea una expresión de nuestro amor por Él, y no un intento de reemplazar ese amor. Si nuestro amor por Cristo no se renueva, corremos el riesgo de perder la bendición y la unción que nos ha sido dada.