Tú + Dios = Más Que Suficiente (Las Claves Para Caminar Con Autoridad Espiritual E Inteligencia Emocional)Muestra

Escuchar a Dios con claridad

Para que la ecuación TÚ + DIOS = MÁS QUE SUFICIENTE sea cierta, un aspecto esencial de la ecuación es la capacidad de oír claramente la voz de Dios. Sin embargo, muchas veces surgirá la pregunta de si es la voz de Dios, la tuya, o incluso la voz de tu enemigo. En medio de las crisis de la vida, este discernimiento se hace notablemente más difícil. Cuando se carece de la capacidad de procesar las emociones con eficacia, es difícil encontrar la quietud necesaria para permitir que Dios sirva de brújula y guía.

El discernimiento nos capacita para escuchar y tomar decisiones racionales. A menudo, lo comparo con estar en sintonía con el latido del corazón de Dios, una cercanía esencial para oírlo y sentirlo. Samuel encarna admirablemente este principio. Sirvió como el Juez final antes de la unificación del Reino, el primer Profeta, y eventualmente se convirtió en Sacerdote Principal en el Tabernáculo. Curiosamente, su nombre, «Samuel», se traduce literalmente como «nombre de Dios». En 1 Samuel 3, presenciamos la prueba espiritual inicial de Samuel: la capacidad de reconocer la voz de Dios que le llama por su nombre.

En conclusión, fue Elí, el Sumo Sacerdote judío, quien le dio la lección de discernimiento y le aclaró que era Dios quien llamaba a Samuel, no él. Lo que Samuel necesitaba era un oído atento para discernir la voz. El desarrollo espiritual y la educación de Samuel fueron cruciales, como se evidencia en los versículos 19-20, que dicen: "Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. 20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová".

Siendo creyentes, es fundamental que todos adquiramos la sabiduría y el entendimiento necesarios para llegar a un punto en el que podamos escuchar activamente a Dios y alinear nuestras acciones con Su guía. Para lograrlo, es necesario tener en cuenta los factores clave que facilitan la escucha de la voz de Dios.

1. Necesitas una relación íntima con Dios. Aunque quisiéramos que fuera instantánea, al igual que Samuel, nuestra relación y capacidad de escuchar a Dios no ocurre de la noche a la mañana. Se desarrolla a medida que nos acercamos a Dios. Es caminar con Dios como Enoc. El fiel caminar de Enoc con Dios sirve como notable ejemplo de intimidad con lo divino. Su prominencia dentro de una narración genealógica subraya su importancia. “Enoc vivió hasta los 365 años y caminó fielmente con Dios”, se destaca en Génesis 5:24 NIV. Requiere arrepentimiento, perdón de uno mismo y de los demás, y profundizar en las Escrituras para aclarar asuntos personales. Además, implica honestidad y vulnerabilidad acerca de nuestras emociones, deseos y decepciones. Aunque Dios ya conoce nuestros pensamientos más íntimos, nos anima a compartirlos abiertamente, facilitando la curación y la guía desde dentro.

2. El discernimiento es clave para escuchar la voz de Dios. En Juan 10:27 la Escritura dice «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen». Alcanzar un discernimiento perfecto es esencial para reconocer cuándo Dios se está comunicando contigo. Cultivando una relación íntima, adquieres la capacidad de filtrar las distracciones, silenciar el ruido y discernir los momentos para un «Santo Silencio», permitiendo que Dios imparta la guía para tus próximos pasos, como proclama el Salmo 46:10 "Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Es apartarse del camino y dejar que Dios sea Dios.

3. Mantener un espíritu de humildad. Ha habido ocasiones en las que la gente ha venido a por mi carácter, ha intentado ignorar mi propia existencia y me ha dicho que carezco de importancia y valor en medio de una lección de vida. Las valiosas lecciones, si soy sincero, en ocasiones me han hecho enfurecer, enorgullecerme o protegerme cuando me atacaban. Tengo que recordar que Colosenses 3:12 dice “Por tanto, como pueblo escogido de Dios, santo y amado, revestíos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia". En todos los casos, el Espíritu Santo me ha convencido, y he tenido que sentarme humildemente, arrepentirme y dejar que el Espíritu Santo me guíe. Tuve que dejar que Dios me mostrara cómo manejar la situación. He tenido que entrar físicamente en mi armario de oración y sentarme hasta que Dios hable. He tenido que mantener la mente abierta para moverme según me guíe el Espíritu Santo, para no perderme nada. Puede ser un minuto o una hora. Sin embargo, es donde me siento quieta y en silencio el tiempo suficiente para que Dios me dé dirección. Es en esos mismos momentos cuando experimento con plena confianza que la palabra de Dios y la verdad de Dios nunca fallan.

Oración:

Padre, a medida que me acerco más a ti dame oído para oír, espíritu para recibir y corazón para moverme según me guía el Espíritu Santo. Te pido que no me quites tu espíritu, sino que me des una doble porción de tu amor, gracia y comprensión para moverme según me guíe el Espíritu Santo.