La Humillación Para Una Vida De Intimidad Con DiosMuestra

El gran éxito del profeta Daniel se debió a la práctica de todas las disciplinas espirituales que estamos tratando: “Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas”, Daniel 9:3 (BAD). El apóstol Santiago, en el Nuevo Testamento, aseguró la vigencia de estas disciplinas espirituales: “Acérquense a Dios... purifiquen su corazón... Derramen lágrimas por lo que han hecho. Que haya lamento y profundo dolor. Que haya llanto...”, Santiago 4:8-9 (NTV).

¿Luto? ¿Quién hace duelo hoy en día? ¿Quién siente tristeza, congoja y quebranto por sus pecados? ¿Llanto? ¿Cuánto hace que no abrimos nuestro corazón delante de Dios con lágrimas? Los gemidos, los suspiros y las súplicas fueron parte de todos los héroes de la fe. David dijo: “Señor, toda la noche estuve... llorando hasta que mi cama quedó bañada en llanto”, Salmo 6:6 (PDT). “Señor, escucha mi oración, ¡presta oído a mis lamentos!, ¡no te quedes callado ante mis lágrimas!...”, Salmo 39:12 (DHH). ¿Le fue mal a David por derramar lágrimas ante Dios? Por supuesto que no, pues él mismo dijo: “¡El Señor ha escuchado mi llanto!”, Salmo 6:8 (BAD). Job expresó: “Mis ojos llenos de lágrimas buscan a Dios”, Job 16:20 (PDT). ¿Y cuál fue el resultado? Tuvo un encuentro con el Señor, cara a cara: “Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos”, Job 42:5 (NTV). ¿Te acuerdas cómo reaccionó Ezequías cuando el profeta le dijo que pusiera las cosas en orden porque pronto moriría? “Cuando Ezequías oyó el mensaje... oró al SEÑOR... y se echó a llorar amargamente”, 2º Reyes 20:2-3 (NTV). ¿Y qué sucedió? El Señor le dijo: “He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte...”, 2ª Reyes 20:5 (NTV).