PERLAS DIARIAS DE GRACIA - Semana 7Muestra

DÍA 2 - Permaneced en la Vid verdadera

Salmo 80

Isaías 5:1-7

Juan 15:1-6

¿Cómo escuchas las palabras «¡Sean fructíferos... »? ¿Como una llamada o una orden? ¿Y cómo respondes?

Durante mucho tiempo, todo lo que podía imaginarme era ser misionero. Me parecía la forma más emocionante y satisfactoria de «ser fructífero». Cuando nos preparábamos para trasladarnos a Uganda, mi mente estaba llena de todo lo que haríamos, del exigente trabajo que nos esperaba y del fruto que veríamos.

Fue emocionante. Ayudamos a establecer programas para los más vulnerables, recaudamos fondos y construimos edificios. Proclamamos el Evangelio en las cárceles, las escuelas y los hospitales. Tuvimos épocas de triunfo y épocas de retos, retos desalentadores, aparentemente interminables y temerosos.

El trabajo era duro, me puse ansioso, y las ruedas se salieron de mi carro de autosuficiencia. Descubrí una verdad milenaria: Dios nos lleva al final de nuestros propios recursos para que podamos encontrar realmente los Suyos.

Jesús dice: «Yo soy la vid», él es la vid verdadera. Ahora, eso habría hecho que su audiencia del primer siglo escuchara. Es una afirmación fantástica. A lo largo de los profetas y los Salmos, Israel es descrito como la viña, y su pueblo es descrito como sus vides.

Pero el Salmo 80 e Isaías 5 lamentan que la vid plantada para dar fruto a las naciones produzca, en cambio, uvas agrias. Jesús asume el papel y dice: «Si de verdad quieres dar fruto, permanece en mí. Yo soy la VERDADERA vid».Cualquier otra vid en la que podamos permanecer es una vid falsa.

Por orgullo e ignorancia, había elegido una vid falsificada de autosuficiencia. Había confundido el éxito —resultado de mi esfuerzo, fuerza y tensión— con fructificar.

El éxito es lo que busca el mundo. Fruto es lo que Dios quiere que produzcamos. El éxito surge de nuestra visión y nuestra meta. El fruto se alinea con la meta de Dios para nosotros. Tratamos de tener éxito por nuestro propio esfuerzo. Fructificar surge de la gracia de Dios. El éxito trae satisfacción momentánea. El fruto dura para siempre.

Pausa para reflexionar:

¿Cuáles son las buenas obras, las obras fructíferas que Dios ha preparado de antemano para que las pongas en práctica? Ya seas un fabricante de tiendas, un maestro, un ingeniero o un evangelista, elige hoy permanecer en la vid verdadera, Jesús, y en fructificar. Rechaza la falsa vid mundana del éxito y la autosuficiencia.

Oremos:

Jesús, lamento las veces que he permanecido en la vid equivocada. Elijo permanecer en ti, la vid verdadera. Por favor, muéstrame los cambios que necesito hacer para que pueda dar fruto que perdure.