En La EsperaMuestra

Esperanza y expectativa

Esperar a Cristo también implica vivir con una expectación constante. No sabemos el día ni la hora de su regreso (Mateo 24:36), pero se nos ha instruido a estar preparados, como las vírgenes prudentes de la parábola de Mateo 25. Estas mujeres sabias estaban listas para la llegada del novio, con sus lámparas llenas de aceite. El aceite, en este contexto, simboliza una vida llena del Espíritu, que está lista y atenta al regreso del Señor.

Hoy, muchos cristianos pueden sentirse desanimados por la aparente demora en la segunda venida de Cristo, pero la espera no debe ser vista como una carga, sino como una oportunidad para crecer en fe, amor y obediencia. En Romanos 8:25, Pablo nos exhorta a "esperar con paciencia" aquello que aún no hemos visto, confiando en que Dios es fiel a sus promesas.

Esta espera también nos da un sentido de propósito y misión. No solo esperamos a Cristo para nuestra propia redención, sino que somos llamados a invitar a otros a participar en las bodas del Cordero. El evangelismo, el discipulado y el amor al prójimo son formas en las que la Iglesia vive su llamado mientras espera a su Señor.