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Propóstito Eterno

DÍA 4 DE 5

"En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad" (Ef. 1:11).
Cuando Dios usó a Lutero dentro de la Reforma fue porque estaba establecido así dentro de su propósito, no porque alguien oró para que eso pasara, no. Estaba establecido así.

Queridos, nada de lo que hagamos por nuestra cuenta hará que Dios se mueva más allá de lo que Él ya ha establecido dentro de su propósito. Hay gente que ora por avivamientos, por naciones para Cristo, y aunque eso no está mal, nada pasará a menos que esté dentro del propósito eterno de Dios. El nacimiento del movimiento pentecostal, que surgió a comienzos del siglo XX en la calle Azusa, en Los Ángeles, Estados Unidos, no fue porque alguien oró y lo provocó, fue porque Dios había establecido que sucediera de esa manera. No es Dios reaccionando a la consagración del ser humano, es Dios cumpliendo sus tiempos establecidos dentro de su propósito, y eso es lo que necesitamos entender. Esto indica que una nueva reforma es volver a llevar a la Iglesia a Cristo, al propósito eterno de Dios.

Usamos la frase "cumplido el tiempo" o "cumplimiento del tiempo", que no es otra cosa que el cumplimiento que Dios había establecido para que sucediera esta o cualquier otra cosa. Juan el Bautista no nació por casualidad, nació porque era el tiempo específico diseñado por Dios para que aquel que tenía que preparar el camino del Mesías naciera (Jn. 1:6-8, 14).

Es así de sencillo. Entonces, Dios no cambia y su propósito tampoco. Lo que significa que si nosotros estamos alineados a su propósito, estamos bien.

Ahora, al hablar acerca de la palabra "plan", debemos comprender que estamos hablando del designio de su voluntad (Ef. 1:11). ¿Qué hizo Jesús en esta tierra? Llevar a cabo la voluntad del Padre. El Cristo eterno fue impartido en el cuerpo físico de Jesús, que no existía; hubo un tiempo en que Jesús tuvo que nacer en esta tierra, pero sabemos que Cristo es eterno. Cristo fue impartido, dado en el cuerpo de Jesús, para llevar a cabo la voluntad del Padre en esta tierra:
"Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: 'A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo'" (Heb. 10:5).

La pregunta es, ¿quién es el cuerpo de Cristo en la tierra? La Iglesia. Nosotros, es decir, Cristo, que se ha impartido en Jesús, es el mismo Cristo que se ha impartido en nosotros, Su Iglesia (Col. 1:27), para capacitar a la Iglesia a fin de poder hacer la voluntad del Padre.

Así como Jesús dijo: "Estoy aquí para hacer la voluntad del que me envió", tú y yo también estamos capacitados dentro del propósito eterno para hacer la voluntad del Padre. ¿Y cuál es la voluntad del Padre? Tal vez te preguntes. Bueno, entender el plan divino y, para ser entendido, debe ser enseñado (Ef. 3:7-9). No se trata de una moda, sino de conocer y comprender el deseo del Padre, es decir, Cristo en todo, siendo el todo en todos. El anhelo del Padre es reconciliar todas las cosas en Cristo.

Y, finalmente, reconciliarnos a ti y a mí en Cristo, porque Cristo siendo nuestro todo es lo que nos completa, y en Él tenemos absoluta plenitud.

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Acerca de este Plan

Propóstito Eterno

El poder orar y tener comunión con el Padre es un privilegio que se nos ha otorgado. Estar en Cristo es un privilegio. Lo que produce el avance en la madurez espiritual es precisamente entender esto: todo lo relacionado con la vida de Cristo en nosotros es un privilegio. Eso es gracia. Por tanto, estudiar las Escrituras es un privilegio, servir es un privilegio, amar a los demás es un privilegio.

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Nos gustaría agradecer a TopCristianos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://topcristianos.com/