Dirección Para La VidaMuestra
Colosenses 3:23 contiene un principio orientador (direccionador) para la vida de los creyentes. La motivación que debe impulsar las acciones de los creyentes debe ser tratar de agradar al Señor Jesucristo. Las preguntas que necesitamos hacernos cuando actuamos es: ¿Trae esto gloria a Dios? ¿Se complace Dios con las acciones que estoy acometiendo?
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Estas palabras proporcionan una profunda visión de cómo los cristianos deben abordar sus tareas, emprendimientos, obligaciones y responsabilidades.
Estas palabras son significativas para cualquier época, pero especialmente en el contexto en que el apóstol Pablo las escribió. En el mundo antiguo, muchos de los lectores de Pablo eran esclavos o sirvientes, trabajando bajo la autoridad de amos humanos, o estaban bajo el dominio del Imperio Romano, lo que conllevaba una obligación legal, que incluso comprometía la propia vida. Esto conllevaba a que el trabajo era realizado como un acto de obediencia impuesta, fuera gratificante o no.
Pero al dirigir los esfuerzos hacia el Señor, Pablo eleva el trabajo de una mera obligación a un acto de adoración. Esto trae una perspectiva transformadora del trabajo, pues lo saca de la motivación externa, o utilitaria, inclusive personal, para elevarlo a una motivación celestial, pues en última instancia es para el Señor. "Como para el Señor y no para los hombres".
La frase “como para el Señor y no para los hombres” nos recuerda que nuestras acciones no deben ser motivadas por el reconocimiento o la aprobación humana, sino que debe ser impulsadas por la conciencia de que estamos sirviendo a Dios, a quien finalmente tendremos que rendirle cuenta. Esta actitud no solo eleva la calidad de nuestro trabajo, dignificándolo, sino que también nos debería proporcionar una motivación constante y duradera para desempeñarnos con excelencia en todo lo que hagamos.
De modo que todo lo que hagamos, ya sea grande o pequeño, sea en el contexto de la iglesia, familia o trabajo, hagámoslo de corazón, como para el Señor y no para los hombres (patrono, pastor, cónyuge, gobernantes, etc.).
Este principio se repite en Mateo 25:40, donde el propio Jesús dice: "De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, por mí lo hicieron". Por lo tanto, nuestro trabajo no es solo un medio para un fin, sino una oportunidad para honrar y glorificar a Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Podemos obrar (trabajar, servir) para obtener reconocimiento o recompensa en el mundo, o para recibir la aprobación de Dios. Las normas del mundo son la competencia, la avaricia, el deseo de aclamación; pero la norma de Dios es la integridad, el amor y la verdad. Cuando nuestra motivación es obrar para agradar a Dios, para su gloria, entonces nuestras acciones tienen otro significado, y adquieren una dimensión trascendente.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/