Restaurados - Dios Puede Sanarlo TodoMuestra

UN CORAZÓN SINCERO

JESÚS rompe el protocolo de aquella época, llamando prostitutas, pecadores y publicanos a seguirle, era inaceptable que alguien como ellos se acercaran a un rabino, al menos a uno verdadero. Y ahora Este que se decía el hijo de Dios, llamaba a los desechados de la sociedad. Pero, lo que los fariseos no entendían es que Este, el Hijo de Dios, tenía el poder de conocer los corazones y algo había en cada uno de los llamados por él, un corazón sincero.

Algo que me llama la atención de la historia de la mujer que lavó los pies de Jesús, y el fariseo, es que los dos tenían una condición “vergonzosa” delante de Dios, ella era prostituta y él era o había sido leproso, Marcos 14:3a dice: En Betania, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Simón, llamado el Leproso. Sin embargo, mientras ella se acercó a Jesús y lloró a sus pies, Simón juzgaba a Jesús y a la mujer.

Aquí está clara nuestra condición de restaurados para restaurar. Si Simón hubiera tenido un verdadero arrepentimiento en su corazón, habría reconocido que él también pasó por una condición parecida. Y habría sido una mano amiga para que esa mujer también fuera restaurada. No hagamos como hizo este hombre, más bien como hizo la mujer.

Después que Jesús se da cuenta lo que Simón está pensando termina justificándola a ella, porque reconoce que en ella hay un corazón verdaderamente impactado y sincero, Dios, anhela por encima de los protocolos, sinceridad en nuestra búsqueda de él.

Debemos ser sinceros para reconocer que necesitamos una restauración, y por supuesto ser sinceros para tener un corazón arrepentido a los pies de Jesús. Además es necesario que seamos sinceros para restaurar a otros.