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INVENCIBLE
Los días son malos. Necesitamos mantener los ojos en el Señor y buscarlo a Él y a Su rostro en todo momento.
Recibí este correo de una querida amiga hace unos años atrás, el cual me siento obligado a compartirlo con ustedes. Sus circunstancias la dejaron colgando de un hilo:
"Déjame contarte dónde he estado. En febrero nos enteramos que nuestro hijo de 16 años estuvo escabulléndose al cuarto de nuestra hija de 17 años a media noche, y estuvo tocándola. Desde febrero hasta junio lloré sin parar. De julio a agosto no tenía más lágrimas. No quedaba nada, estaba muerta. No comía ni dormía. La angustia y la desesperación llegaron más lejos de lo que jamás había experimentado. Sentía como si el Señor me hubiera llevado a la orilla de un precipicio y me dejó allí. Era el tiempo más espantoso de mi vida. A los amigos les dije que no lo lograría, ni siquiera sabía lo que eso significaba, pero sentía así cada palabra. Tenía mucho sufrimiento. No sabía cómo vivir día tras día sin tener alivio. Estaba decepcionada de mí misma. ¿Cómo podía haber llegado a ese estado siendo una “buena” cristiana? Sentía que debía haber enfrentado esta prueba de mejor manera. Nada me aliviaba de mis pensamientos. No sentía gozo ni satisfacción, el miedo dominaba mi mente. Por toda la casa puse versículos para memorizar pero iba sin rumbo de uno a otro tratando de sostenerme por otro minuto más. La depresión llegó y la ansiedad se intensificó. Era más de lo que podía soportar. No sentía ni la gracia ni la misericordia de Dios".
Hay ocasiones en que debemos clamar a gritos por la ayuda de Dios y ¡correr a buscar la cobertura de Sus poderosas alas!
Lee el Salmo 36:7, Salmo 57, y el Salmo 46. Si tienes tiempo, lee también el Salmo 91. Trae a la memoria algunos recuerdos cuando estuviste profundamente consciente de la divina protección y provisión de Dios. Mientras contemplas la fidelidad de Dios, toma un momento para alabarle.
Al igual que ayer, escoge hoy una escritura que el Señor esté usando para renovar tu mente y transformar tu corazón.
Los días son malos. Necesitamos mantener los ojos en el Señor y buscarlo a Él y a Su rostro en todo momento.
Recibí este correo de una querida amiga hace unos años atrás, el cual me siento obligado a compartirlo con ustedes. Sus circunstancias la dejaron colgando de un hilo:
"Déjame contarte dónde he estado. En febrero nos enteramos que nuestro hijo de 16 años estuvo escabulléndose al cuarto de nuestra hija de 17 años a media noche, y estuvo tocándola. Desde febrero hasta junio lloré sin parar. De julio a agosto no tenía más lágrimas. No quedaba nada, estaba muerta. No comía ni dormía. La angustia y la desesperación llegaron más lejos de lo que jamás había experimentado. Sentía como si el Señor me hubiera llevado a la orilla de un precipicio y me dejó allí. Era el tiempo más espantoso de mi vida. A los amigos les dije que no lo lograría, ni siquiera sabía lo que eso significaba, pero sentía así cada palabra. Tenía mucho sufrimiento. No sabía cómo vivir día tras día sin tener alivio. Estaba decepcionada de mí misma. ¿Cómo podía haber llegado a ese estado siendo una “buena” cristiana? Sentía que debía haber enfrentado esta prueba de mejor manera. Nada me aliviaba de mis pensamientos. No sentía gozo ni satisfacción, el miedo dominaba mi mente. Por toda la casa puse versículos para memorizar pero iba sin rumbo de uno a otro tratando de sostenerme por otro minuto más. La depresión llegó y la ansiedad se intensificó. Era más de lo que podía soportar. No sentía ni la gracia ni la misericordia de Dios".
Hay ocasiones en que debemos clamar a gritos por la ayuda de Dios y ¡correr a buscar la cobertura de Sus poderosas alas!
Lee el Salmo 36:7, Salmo 57, y el Salmo 46. Si tienes tiempo, lee también el Salmo 91. Trae a la memoria algunos recuerdos cuando estuviste profundamente consciente de la divina protección y provisión de Dios. Mientras contemplas la fidelidad de Dios, toma un momento para alabarle.
Al igual que ayer, escoge hoy una escritura que el Señor esté usando para renovar tu mente y transformar tu corazón.
Acerca de este Plan
Cuando las pruebas parecen más de lo que podemos soportar, ¿dónde corremos? ¿A quién llamamos cuando nos atacan? Este devocional de cinco días de Thistlebend Ministries te enseñará cómo usar el teléfono rojo –para ayudarte a correr, agarrarte, y mantenerte aferrado a Dios, a pesar de las circunstancias.
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Queremos agradecer a Thistlebend Ministries por este Plan. Para mayor información, por favor visita: https://www.thistlebend.org/new-products/
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